Editorial El Colectivo y Ediciones Herramienta (Colección Cascotazos). Herramienta: Buenos Aires, 128 págs.
Pasado más de un año de los festejos, el Bicentenario comienza a quedar desnudo tras deshacerse de los ropajes que lo cubrían. Ropajes que, lejana la música y ya invisibles los fuegos de artificio, son ante todo políticos. Develado el objeto, Miguel Mazzeo nos invita a reflexionar sobre un festejo patriótico en el que se puso en juego mucho más que la apropiación de un significante a la deriva. Y es que la trama política de los últimos años en la Argentina se mostró en toda su complejidad durante algunas semanas de mayo del año pasado, abriendo el juego para todos los debates que un fenómeno como el kirchnerismo viene planteando para quienes intervienen en la vida política desde el campo popular. Inaugura así una nueva colección encarada por dos de los proyectos editoriales militantes más desarrollados de los últimos años -El Colectivo y Herramienta-, haciendo de su nombre -Cascotazos- un estandarte de batalla. Su libro, impregnado de un espíritu de época, es uno y múltiple a la vez: es político, pero también historiográfico. Es un insumo para el debate, pero no deja de ser una posición firme. Es fruto de un trabajo intelectual, aunque recoge una amplia trayectoria militante. Es, en definitiva, un texto de combate.
Claro que difícil sería no ingresar en un campo de batalla cuando el tema que convoca a la reflexión es el de la nación y el nacionalismo. Visitado por las corrientes de izquierda en incontables oportunidades, los espinosos caminos por los que invita a transitar han suscitado algunas de las polémicas más interesantes y complejas en el campo del marxismo. Pero, ¿con quién combate Mazzeo en este caso? ¿Quiénes son los interpelados explícitos de su obra? A simple vista los invitados al debate son tres, que por disímiles no pierden su interés. Ante todo, el desafío es a quienes se encargaron de montar el espectáculo sobre la 9 de Julio. El kirchnerismo, entonces, entra en escena como el principal adversario. Y no es casualidad, ya que como bien se encarga de apuntar el autor, ha sido desde ese lugar que se ha venido enunciando un nuevo relato histórico que intenta congraciarse con las políticas implementadas a nivel gubernamental. Aquí aparece un punto central de su obra, ya que esta yuxtaposición entre historiografía y política, ofrece una coincidencia en sus formas que Mazzeo acierta en definir. El kirchnerismo, un fenómeno populista sin ser popular, un capitalismo amable pero sin vocación de transformaciones radicales, un proyecto de Estado que dicta desde arriba sin pretender que los de abajo tomen la palabra, ha construido un relato de la historia nacional que es tan endeble como su propia vocación nacional y popular. Revisionismo sin identidad y relato fragmentario y simplista parecen ser las notas altisonantes de un intento por trazar una nueva historia nacional que queda a la deriva.
El debate es distinto con la vieja izquierda tradicional, renuente a encontrar en la nación un terreno donde librar la disputa por las identidades sociales. Aislados en su mutismo casi autista, los autoproclamados marxistas ortodoxos hacen gala de una incapacidad manifiesta por intervenir en una arena en la que, conformes o no, hay un combate que se libra en lo cotidiano. Si la vocación es popular, si la apuesta es la masividad, negar lo nacional tras el velo de una falsa conciencia representa la llegada a un callejón sin salida.
Finalmente, como al pasar, ciertos sectores del autonomismo son desafiados por el autor. Anclados en la particularidad de proyectos incapaces de trascender sus propia vocación local, la negativa a dar la disputa en el terreno político de la nación en su conjunto obtura de entrada la posibilidad de un posicionamiento frente a lo nacional. Aquí, como es evidente, el cuestionamiento es eminentemente político. Sin embargo, a pesar de dar batalla en tres frentes a la vez, quizás el interlocutor deseado y privilegiado es el que transcurre por todas las páginas del libro casi sin ser conjurado. Se trata de un nosotros colectivo pero uno. Aparece y desaparece, elusivo, como si al nombrarlo el efecto perdiera su performatividad. Somos nosotros, nos dice Mazzeo, los responsables de lo indefinido. Somos nosotros, militantes del campo popular, quienes compartimos una construcción conjunta que debe inscribirse en el marco de la historia de lo nacional, resignificando su sentido a partir de la práctica cotidiana y la construcción de un horizonte político. La vocación por el poder popular no puede soltar jamás la mano a la nación, pues el poder y lo popular estarían condenados a no discurrir por la misma senda.
Quizás allí esté el logro más destacado de la sintética pero aguda obra de Mazzeo. Que la historia y la política caminan de la mano es una obviedad que ya nadie puede postular como original sin situarse en el campo de lo repetitivo. Lograr un análisis certero de ambos términos para una coyuntura como la de la Argentina en los últimos años, indagando en la articulación de distintos proyectos y evidenciando las formas en las que postulan -o dejan de hacerlo- una idea de lo nacional, es una tarea de una complejidad notoria. Pero lograr dejar sentado el interrogante sobre los modos en que un nuevo proyecto político emancipador debe llevar acabo esta síntesis, es un mérito que por sí mismo justifica al conjunto de su libro. Bosquejando un camino, Mazzeo abre la puerta para un debate necesario en el espacio de la izquierda independiente. Hecha la invitación, será tarea colectiva el comenzar a responder la pregunta.
Pablo Pryluka
Universidad de Buenos Aires