16/04/2024

Presentación

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La cuestión urbana es entendida como expresión de las relaciones sociales que se producen y tienen lugar en el espacio urbano, de las experiencias adquiridas por la generación de eventos y fenómenos socio-espaciales, económicos y culturales, cuyas consecuencias se manifiestan en la génesis y la interacción de procesos como la segregación y fragmentación, el impacto ambiental, el crecimiento poblacional sin límites, la violencia, el deterioro y desaparición del espacio público, las insuficiencias de la red de servicios, el transporte y el déficit habitacional.
De la mano de la globalización todo el planeta marcha aceleradamente a una completa urbanización, dando lugar a nuevas contradicciones inter-urbanas e intra-urbanas o a la llamada rurbanizacion,  que exigen otras lecturas y requieren de nuevos instrumentos para el diagnóstico. 
La palabra ciudad ha perdido su atributo como  definición,  es utilizada para designar realidades históricas y físicas muy diferentes, desde megalópolis de más de diez millones como México, Sao Paulo o Buenos Aires, hasta pequeños poblados de algunos miles. Regiones metropolitanas, enclaves tecnológicos, localizaciones dispersas o ejidos históricos son abarcadas indistintamente con el polisémico termino de ciudad.
En pocas décadas la frontera humana ha desbordado la demografía, llegando a una concentración inédita de población en megalópolis de crecimiento exponencial, que concentran un enorme poder, político, económico y cultural, mientras otras ciudades languidecen paralizadas o en proceso de desaparición. El cambio de escala no es solo cuantitativo, nos lleva a indagar sobre el  carácter y significado de lo territorial, a identificar los diferentes sentidos de lo urbano.
Extendidas sobre el terreno sin plan ni dirección, las metrópolis ya no pueden ser comprendidas como un todo, resulta difícil ubicar los bordes, las transiciones  dentro de un despliegue ilimitado que modifico la relación adentro y afuera.
La urbe moderna, símbolo de un tipo de civilización puesta en crisis, se ha vuelto inhóspita y parasitaria de la vida natural, una maquina predadora, que consume energía y produce desechos.
La evolución de la ciudad se hizo derribando limites, la muralla medieval por la sociedad burguesa, esta a su vez fue desbordada por la revolución industrial creando las metrópolis, ahora como parte de la globalización, desafía la cultura del límite, busca sus nuevos paradigmas, porque urbanización ya no es sinónimo de ciudad.
Cuanto más se generaliza lo urbano, las ciudades dejan de ser espacios independientes acotados dentro de fronteras, los denominados  flujos,  de transportes, comunicaciones, informáticos, funcionan en una red que se superpone a   la preexistente  trama de  ciudades. Esta tensión  produce la transformación de los lugares que sometidos a la presión externa de estos  lujos  redimensionan la relación entre lo local y lo global, evolucionando en una permanente mutación y auto negación, constituyendo la paradoja de buscar la totalidad pero dividiéndose continuamente.
Con la desaparición de una forma que ofrecía intervalos, umbrales, pasajes, se impone  una relación que prioriza la supremacía de lo privado sobre lo público, multiplica los quiebres e inhibe su policromía.
“El aire de la ciudad nos hace libres”, decía Hegel. La ciudad moderna que ofrecía la posibilidad de integración, solidaridad y seguridad  es reconfigurada por una mundialización que  fragmenta, segrega y separa en lugar de unir y vincular, en una  dinámica que construye distancias al mismo tiempo que las niega.
La ciudad privatizada, sin espacio público,  la urbe sin civitas ya no es ciudad. Entonces el debate sobre el espacio público adquiere relevancia por su importancia para generar integración y dar visibilidad a lo popular, porque es escenario de disputa frente al auge privatizador regido  por la lógica del mercado que genera procesos de fragmentación y segregación.
Ante la anunciada muerte de la ciudad, cabe la pregunta: ¿es factible otro tipo de ciudad? ¿Es posible un modo diferente de vivir lo urbano sin la ficción de volver al pasado? Cuando cada vez estamos menos seguros de poder vivir con nuestras creaciones, se abre paso una sensación de impotencia que nos lleva a negar el futuro, a eludir la evidencia o a resignarnos a una versión apocalíptica de un mundo que como en el de Blade Runner, la novela de Philip Dick, dos o más sociedades funcionan en paralelo, con paisajes, velocidades y ritmos diferentes, creando nuevas categorías para definir lo humano.
¿Cuánto de lo físico se expresa en lo social y cuanto de lo social determina lo físico? El espacio ha sido, casi siempre, tratado por la izquierda como lo estático, referente pasivo, la antítesis del tiempo. Al contrario, la ciudad es un espacio que define nuestra percepción del  tiempo, la posibilidad de interactuar socialmente, es un lugar con continuos pliegues y repliegues donde vivenciar la historia, la cultura y recrear la memoria individual y colectiva.
Los ensayos de este dossier apuntan a la comprensión del fenómeno urbano desde distintos ángulos y funciones, a reflexionar sobre el universo contenido en la cuestión urbana, a interactuar en un debate con múltiples registros, con un enfoque interdisciplinario, sociológico, urbanístico, antropológico, geográfico y cultural. Están guiados por un mirar atento a los nuevos movimientos sociales y al debate de sobre el papel del Estado, la actividad política y pública. Buscan contribuir  a desnaturalizar la producción del espacio urbano, a pensarlo como un producto social y político, una arena de conflictos producidos y contextualizados por el capitalismo posmoderno.

 

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