Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2010, 304 págs.
La publicación de este libro es importante para quienes forman parte de la corriente contrahegemónica en el campo de la ciencia política y para el público interesado en la teoría política y en la producción teórica latinoamericana.
Como afirma Feres Jr., no podemos ignorar que la ciencia política como disciplina académica moderna e institucionalizada es un invento norteamericano. Imposible negar la influencia de Easton como expresión de la “revolución comportamentalista”, desde inicios de la década del ’50 del siglo pasado, con su esfuerzo por elaborar un programa para la ciencia política que torne su producción objetiva, adaptándola a los moldes de las ciencias naturales. Esta visión se tornó hegemónica. Este modelo de ciencia política será considerado el único verdaderamente científico, separándola de la historia del pensamiento político y de las teorías políticas normativas. Actualmente, en el ámbito académico planetario, por “decreto” de los cientistas políticos “cuantitativistas” –los herederos neopositivistas de Easton– la teoría política se mantiene en general como una subárea de la ciencia política, aislada y colocada lo más lejos posible de los problemas de la realidad, un área de conocimiento periférica.
Este libro organizado por Araujo y Amadeo, al contrario, tiene la osadía de sacar a la teoría política de un sitio periférico para colocarla en un primerísimo plano, reivindicando a la vez un espacio para la teoría política elaborada en Latinoamérica, al mismo nivel que las producciones teóricas americanas e europeas. Esto es motivo suficiente para recomendar la lectura del libro.
El punto de partida latinoamericano de los organizadores, más o menos explícito, puede ser expuesto en los términos elaborados por Grüner en su ensayo “El fin de las pequeñas historias”,cuando expone la necesidad de pensar el mundo a partir da América Latina, pero entendiendo que hacerlo en el proceso de globalización significa pensar las particularidades de nuestra inserción en ese flujo. Esto es, pensar en el marco de un proceso de mundialización constante de la economía capitalista, que remite a una heterogeneidad en la que existe una hegemonía, a nuestro criterio, imperialista. De tal modo, el objetivo del libro se logra sin caer en la tentación de un “esencialismo latinoamericano” en aras de rechazar el americanismo o eurocentrismo.
En el plano teórico, encontramos en el libro una superación mariateguista del viejo debate, reactualizado ahora en el subcontinente latinoamericano en el marco de los procesos políticos contemporáneos, de la relación entre lo que podemos denominar las “teorías extranjeras” y las “teorías latinoamericanas”. Sin desconocer que el debate entre Mariátegui y Haya de la Torre fue específicamente sobre la capacidad explicativa o no del marxismo de las condiciones económicas y sociales latinoamericanas, las conclusiones de esta discusión son más generales. El propio título del seminario que está en el origen del libro: “La teoría política latinoamericana: entre lo nacional y lo cosmopolita”, coloca desde el comienzo esta tensión y permite pensar, como Mariátegui y Aricó, desde el punto de vista de una teoría política que no sea sólo calco y copia, sino una reflexión creativa.
El libro está divido en cuatro ejes temáticos y reúne los trabajos de trece investigadores de diversas instituciones de de cinco países de América Latina: Brasil, Argentina, México, Colombia y Perú.
La primera parte del libro es sobre “La condición periférica en el pensamiento político”.
Quijano realiza una crítica al eurocentrismo, como productor de un nuevo patrón de poder mundial, y conceptualiza la raza como una categoría de clasificación moderna esencial a las ideas de colonialismo y de explotación. Destaca los nuevos movimientos culturales latinoamericanos de base indígena y afro-latinoamericana que niegan la legitimidad teórica y social de clasificaciones raciales y étnicas, proponiendo la idea de igualdad social y criticando la idea de Estado-nación. La identidad latinoamericana debe destruir la colonialidad del poder descolonizándolo.
Barboza Filho encuentra en el barroco ibérico americano el estatuto de una matriz civilizacional alternativa a aquellas que se desarrollaban en Europa y en América del Norte, conteniendo posibilidades de desarrollo material, inclusión y democratización política.
Javier Amadeo y Gonzalo Rojas brindan elementos para pensar, desde el punto de vista epistemológico, una teoría del conocimiento crítica y, partiendo de la rearticulación entre teoría y praxis, una teoría política latinoamericana.
La segunda parte del libro se titula “La tradición republicana y la teoría democrática en América Latina”. Velasco Gómez subraya la importancia de la corriente del republicanismo neohispano y critica la exclusión del pensamiento iberoamericano en el resurgimiento de la tradición republicana basada en versiones del pensamiento político italiano y anglosajón. A partir del siglo XVI se desarrolla un pensamiento republicano iberohispánico que tiene como preocupación central la crítica a las pretensiones de legitimidad del dominio español sobre los pueblos y las tierras de los “indios” del “nuevo mundo”. Los guerrilleros zapatistas en México, al promover un proyecto de confederación de municipios autónomos a través de las Juntas del Buen Gobierno, nos muestran que persiste y avanza el proyecto utópico de un republicanismo multiculturalista iniciado hace cuatro siglo por Alonso de la Veracruz y Bartolomé de las Casas, como parte de una tradición radicalmente crítica a la ilegítima dominación sobre los pueblos indígenas.
Fernandes Lombardi plantea los límites de los orígenes de la república en el Brasil, una república oligárquica, sin expansión de la ciudadanía; el papel de la esclavitud y su influencia en las formas y los límites que adquiere en la república.
Miguel realiza una reconstrucción de la política democrática, situándose en la intersección de tres objetos de reflexión de la teoría política, cada uno con una trayectoria propia: la democracia, la representación y la comunidad.
La tercera parte del libro aborda el tema “Sociedad civil, Estado y cuestiones de justicia”. Souza, desde una crítica al economicismo y al empirismo de los cientistas políticos estadísticos, reconstruye la noción conocida en portugués como “ralé estructural” para explicitar las condiciones de posibilidad de entendimiento de un padrón de desigualdad singular y abismal en el Brasil, en el marco de una democracia formal, polemizando abiertamente con aquellos que consideran que en el mundo moderno ya no existen ni las clases sociales, ni las ideologías.
Ciriza escribe sobre cuerpo y política, “ciudadanías globales” y “sujetos nómades”, en la tentativa de comprender lo que sucedió con los cuerpos de las mujeres en los procesos que tornaron a las mujeres ciudadanas en el capitalismo tardío y, simultáneamente, descifrar las lecturas filosóficas y feministas sobre la coyuntura actual producida dentro del campo posestructuralista. Si bien la autora no se considera parte de una experiencia nómade y posmoderna, y sin creer en una esencia femenina compartida, defiende la necesidad de construir un colectivo feminista en pro de un proyecto antipatriarcal y anticapitalista desde el sur.
Duarte Vila critica las teorías que celebran el surgimiento de una sociedad civil internacional. Entiende que una visión republicana de la sociedad civil supone una esfera pública separada tanto del mercado como del Estado, en que los individuos pueden, a través de la movilización, realizar el objetivo de la moderna ciudadanía liberal. Critica a los teóricos de la democracia cosmopolita liberal como Held, que destacan que los movimientos sociales transnacionales pueden ser también mediadores entre las instituciones de la governanza cosmopolita y el demos cosmopolita, así como el optimismo de este autor con un supuesto proyecto ético de la sociedad civil internacional.
Lizárraga realiza una original articulación entre Rawls y el “Che” Guevara para reflexionar teóricamente sobre justicia y desigualdad en el mundo contemporáneo, para colocarlas como herramientas al servicio de un movimiento emancipatorio en escala global, en el cual la tradición marxista tiene un locus privilegiado.
La cuarta y última parte del libro lleva como título “En busca del fundamento ontológico de lo político”. Dusell, en un excelente y complejo trabajo, nos coloca frente a un tema central: los fundamentos del poder. Expresa que la política se ocupa de lidiar con la articulación de las voluntades de todos los miembros de una comunidad política en su mutuo ejercicio, para obtener su institucionalización, la constitución y la efectividad del poder. Dos determinaciones del poder son necesarias para fundamentar adecuadamente la esencia del poder. El poder de la voluntad que es un momento material, de contenido, la fuerza del poder; y la razón discursiva entendida como un acuerdo discursivo e intersubjetivo, que es el momento formal (el poder deliberativo de la razón política práctica).
Werneck Vianna escribe sobre las afinidades electivas entre una tendencia a la valorización del derecho por la teoría contemporánea en las ciencias sociales y el concepto de americanismo en Gramsci. El autor tiene la pretensión heurística de explotar las posibilidades interpretativas del concepto gramsciano de americanismo, aislado de su contexto originario, para evaluar las posibilidades de una radicalización de la democracia por la “procedimentalización” de la producción del derecho y por la “procedimentalización” de su aplicación.
Hoyos Vasquez toma como punto de partida a Kant, La paz perpetua, para plantear la necesidad de cooperación entre los estados, entendiendo como complementarias las propuestas de dos concepciones morales diferentes: la de Singer, que entiende a la globalización como un desafío global más que como un problema económico, y la de Habermas, que propone una constitucionalización del derecho de los pueblos para resistir las pretensiones hegemónicas de una política beligerante.
Concluimos que la lectura de este libro, con una perspectiva contrahegemónica, plural, crítica y no eurocéntrica en el campo de la teoría política latinoamericana, en momentos de crisis general del capitalismo y procesos de luchas de trabajadores y movimientos sociales en América Latina y la periferia de Europa, nos brinda elementos para pensar en los límites de las democracias liberales y sus promesas no cumplidas (imposibles de cumplir en el marco del capitalismo) y la necesidad de superación de la sociedad capitalista.