Siegfried Kracauer: un pensador más allá de las fronteras
Carlos Eduardo J. Machado / Miguel Vedda (eds.)
Buenos Aires, Gorla, 2010, 256 págs.
El libro organizado por Carlos Eduardo Jordão Machado y Miguel Vedda es una compilación de artículos escritos por historiadores, teóricos de la literatura y del cine, filósofos, analistas políticos y de las ciencias sociales. Se componede dieciseis textos, organizados en tres partes: Un intelectual extraterritorial, Pensamiento en imágenes. Reflexiones sobre estética, cultura y sociedad y El ensayista como crítico. Se traza un perfil del autor de El ornamento de la masa, un intelectual atento a las transformaciones culturales propias de la Modernidad. Su atención volcada hacia el arte como fuente para la crítica de la cultura es objeto de todos los trabajos que componen la colección.
El primer ensayo es una contribución para pensar un problema contemporáneo: “En busca de la esfera pública perdida. La sociología de la cultura de los empleados en Siegfried Kracauer”, de Inka Mülder-Bach, que juntamente con Ingrid Belke es una de las editoras de la obra de Kracauer en Alemania. La autora se concentra en los ensayos de Kracauer del período 1921-1933, como “La fotografía” (1927) y Los empleados (1930), y nos muestra que una de las principales intuiciones de Kracauer en su “sociología de la cultura” es “proporcionar visibilidad a la esfera pública”, investigando la transformación por la cual esta es subyugada en el proceso de modernización en Alemania: “la esfera pública moderna no se clarifica a sí misma” (21). Resalta el esfuerzo del autor por descubrir el “país exterior interno” (20), y se concentra en el interés de los empleados por las culturas exóticas, principalmente en contacto con el cine. El público se reconoce en la dispersión.
Atraviesa todos los ensayos el énfasis en la extraterritorialidad, característica del pensamiento de Kracauer que da tónica al título de esta colección −más allá de las fronteras−. Primero, en el momento del ascenso del Tercer Reich, cuando escapa hacia París (1933), y, luego, en el momento de la invasión nazi a la capital francesa, cuando viaja a Nueva York (1941). Enzo Traverso −uno de los responsables de la divulgación y organización de las obras de Kracauer en Francia, juntamente con Philippe Despoix y Nia Perivolaropoulou− reflexiona en su ensayo sobre los elementos de la modernidad judía en el comienzo del siglo XX. Kracauer es visto como un outsider, un “extranjero interno” (35), que “rompe las fronteras de una identidad religiosa o de una pertenencia nacional”, que terminapor presentarse como un “judío no judío” (34).
El diálogo con la obra del joven Lukács está presente en la mayoría de los artículos. La idea de “apátrida trascendental” (Teoría de la novela) es vista como central para las formulaciones del pensamiento de Kracauer acerca de la extraterritorialidad, de la cultura y su condición en la Modernidad. Autores como Benjamin, Bloch y Adorno también son relacionados con Kracauer, ante todo por el contacto profesional y la amistad, pero también por las desavenencias personales y discordancias intelectuales. Nia Perivolaropoulou enfatiza el paralelo Kracauer/Proust para arrojar luz sobre las formas de narrar en los filmes. Se concentra en la relación del cine con la memoria, discusión presente en Teoría del cine (1960), penúltima obra de Kracauer. Relaciona al historiador italiano Carlo Ginzburg y su idea de extrañamiento con lo que denomina el imperativo kracaueriano de “liberar nuestra percepción y de volver nuevamente sensibles las cosas” (61). A través de la discusión propuesta por Ginzburg en Occhiacci di legno. Nove riflessioni sulla distanza (1998), cuando reflexiona sobre Proust y su elogio de la “ambigüedad de la voz narrativa”, la autora nos muestra la cercanía con los conceptos de Kracauer sobre el potencial de extrañamiento del medio cinematográfico (65). Tanto Kracauer como Proust proponen “un rechazo hacia el pensamiento abstracto”, valoran “la subordinación del ‘saber’ a la primacía de la apariencias por sí mismas” (65). Todo esto con vistas a una “memoria histórica sui generis”, la experiencia estética del espectador, que se sitúa entre el saber histórico, la experiencia compartida del filme y la experiencia vivida de cada cual. Philippe Despoix trabaja con History y el paralelo entre el análisis histórico y la imagen fotográfica. La analogía historia/medios corresponde a la comprensión de Kracauer en relación con el documento fotográfico y el archivo del historiador: ambos tienen un carácter “fragmentario” e “incompleto”. De ahí también la comparación entre “el exterior del archivo” y el “fuera de campo” fotográfico. La reflexión acerca de la Historia y su escritura en comparación a la imagen y su reproducibilidad técnica es una nota central en Kracauer, y en este ensayo se esclarece lo que esto representa en su última obra, History. La primera parte del libro concluye con el texto de Francisco Alambert, en el cual la obra de Kracauer es entendida como base para análisis posteriores acerca de la mercantilización de las formas culturales. Con énfasis en El ornamento de la masa, el autor aproxima la crítica de la cultura practicada ya en la década de 1920 a la idea de “cultura ordinaria” y a autores como Eric Hobsbawm, Fredric Jameson, Raymond Williams y Guy Debord.
En la segunda parte del libro el énfasis se traslada hacia la literatura. Miguel Vedda trabaja con algunos ensayos de Kracauer demostrando la presencia de elementos de una nueva “teoría de la novela”. En su artículo, Vedda destaca la relación entre la obra de Kracauer −incluso su novela Ginster− y la Teoría de la novela del joven Lukács, así como con la obra de Simmel. Kracauer observa la “muerte de la narración tradicional” de la novela (107), citando, por ejemplo a Dostoievski. Lo que cambia es la “desarticulación de un sujeto soberano” (107). La substitución de la “novela tradicional” por una “nueva novela” corresponde a un cambio de foco en la forma literaria, lo cual es ejemplificado por Vedda con el protagonista de Ginster, quien sería “la negación del carácter, tal como había sido configurado por la literatura burguesa” (111). “La crítica de Siegfried Kracauer a la novela reportaje o ‘El caso Brecht’” es la contribución de Carlos Eduardo J. Machado. En este ensayo, nos detalla la crítica de Kracauer a la “novela reportaje”, aproximándola a la de Lukács, publicada en el periódico berlinés Die Linkskurve. Según Machado, para ambos autores la novela reportaje era tanto una “pseudociencia” como un “pseudoarte”, o sea: “insuficiente conceptualmente y al mismo tiempo incapaz de responder a cuestiones formales desde el punto de vista literario” (156). Machado también destaca las diferencias: “Kracauer no es un antivanguardista como Lukács” (160). El autor se ocupa luego de un artículo crítico sobre el filme Kuhle Wampe y su prohibición, escrito por Kracauer en 1932. Relaciona la crítica al filme (con guión de Ottwalt y Bertolt Brecht) con la crítica a la novela reportaje. Dicho artículo genera un malentendido con Ernst Bloch, ilustrado por Machado con fragmentos de algunas cartas. Por último se concentra en una querella con Brecht. También contribuyen en esta parte del libro Gábor Gángó, Esteban Vernik y David Kettler.
Al igual que en la contribución de Nia Perivolaropoulou, también se relevan los trabajos de Kracauer sobre el cine en los ensayos de Fausto Douglas Correa Júnior y de Adilson Inácio Mendes, ambos jóvenes historiadores brasileños. Aquí se realza la figura de Paulo Emílio Salles Gomes, gran crítico de cine y figura central del proyecto de institucionalización del cine en Brasil, más allá de ser el principal ideólogo de la Cinemateca Brasileña. En ambos ensayos este intelectual es visto como un pionero en la lectura de la obra de Kracauer en Brasil. En el primero, Correa Júnior usa como fuente algunos de los varios artículos de Paulo Emílio publicados en el suplemento literario del periódico O Estado de São Paulo (1953-1965), demostrando el contacto con la obra De Caligari a Hitler. Ya en el segundo texto, Mendes establece un paralelo entre Paulo Emílio, Kracauer y el crítico de cine André Bazin. Según el autor, en la articulación realizada por el crítico brasileño “entre análisis de estilo y reflexión histórica puede verse la importancia de la lectura de los críticos francés y alemán” (242).
Los dos artículos arriba citados pertenecen a la última parte de la colección, que se compone íntegramente de trabajos de jóvenes investigadores argentinos y brasileños −algo poco habitual–. La contribución de Martín Salinas muestra el carácter pionero de la recepción del escritor checo por parte de Kracauer; también, Agustín D’ambrosio y Fabio Raddi Uchoa, que destaca el papel de Kracauer como etnólogo de la metrópolis. Hay, además, un estimulante artículo de Francisco García Chicote, que parte también de Los empleados (1930) y rescata su forma ensayística, aproximándola a la de sus contemporáneos Lukács y Benjamin. Propone que el método utilizado por Kracauer es comparable al “extrañamiento literario”, en la medida en que observar en las “manifestaciones ‘superfluas’ de la sociedad capitalista” (182) la imagen de una “racionalización” evidenciada en la cultura de masas, el tema de la cosificación de la vida en general, nos permite percibir la gran distancia de Kracauer en relación a cualquier empirismo inocente.
Por último, a pesar de que algunos autores destacan los trabajos de Siegfried Kracauer sobre la fotografía y el cine, sobre todo algunos ensayos de las décadas de 1920 y 1930 y libros como Teoría del Film o De Caligari a Hitler, no se ha conseguido establecer, todavía, un puente entre el crítico y el teórico del cine. La totalidad de sus pequeños artículos sobre cine no fue publicada sino en 2005, en tres volúmenes (Suhrkamp, Werke 5-3); se trata de 807 textos escritos entre 1921 y 1966, organizados por Inka Mülder-Bach. Una cantidad ciclópea de escritos que sigue siendo publicada poco a poco. Hay todavía mucho trabajo por hacer discutiendo el aspecto multifacético de la obra de Kracauer, todo un desafío.