Si bien la reciente conquista del matrimonio de gays y lesbianas convulsionó a nuestra sociedad, Carlos Jáuregui, una biografía política, comencé a escribirlo en 2007. A través de testimonios, documentos e imágenes, retomo a un protagonista de la historia contemporánea como fue Jáuregui, fundador y primer presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), entre 1984 a 1987. Con desvelo cumplió la función de la presidencia durante cuatro años. Luego, en 1991, fue fundador de la agrupación Gays por los Derechos Civiles (Gays DC), junto con Marcelo Ferreyra, César Cigliutti, Alejandro Modarelli, Gustavo Pecoraro, entre otras tantas figuras.
Sus años de activismo estuvieron marcados por su tenacidad en generar acciones dirigidas al reclamo de igualdad de derechos y oportunidades para las minorías sexuales. En cuanto a las cuestiones centrales de su agenda, estaban, por un lado, las políticas de visibilidad y, por el otro, la articulación de frentes contra todas las formas de discriminación y subalternidad. Ambas instancias constituyeron su modo de intervención política.
El género literario que mejor cabe a nuestro paladín es el que llamo biografía política. El intenso trabajo de archivo y la búsqueda de documentos me llevaron a tomar caminos inesperados. Para decirlo con claridad: no quería escribir una biografía de Carlos Jáuregui, sino que él fuese una excusa, una caja de herramientas que le sirviese al activismo actual para entender sobre el pasado de los movimientos que hoy integran. Aumentaba mi adrenalina hablar de su vida pública, es decir, de su militancia centrada en Buenos Aires hasta el momento de su muerte. Su infancia, adolescencia y juventud en La Plata, sus viajes a París y New York, no aportaban demasiado a mi búsqueda.
Lejos de popularizar los detalles de una vida cuya intimidad conocí mucho menos que otros, lo que me impulsó fue una lectura que considero clave: probar que con Carlos Jáuregui, en la Argentina se inauguró y se cerró un perfil de activista de la diversidad sexual que tuvo como vector para el éxito no sólo la visibilidad mediática, que fue un hecho sustantivo, sino también y en la misma medida la capacidad de articular coaliciones con otros movimientos sociales.
No sé si existe este género, el de la biografía política ¿acaso importa? Pues, lo que pretendo en este libro es hablar de su vida pública, de su militancia en Buenos Aires alrededor de la Plaza de Mayo, en las acciones callejeras de acción directa, en la organización de las Marchas del Orgullo Lésbico Gay, espacio articulador por excelencia de nuevos campos, como así también de las cenas en el departamento de la calle Paraná, convertido en un ágora de subversión creativa por activistas de la diversidad sexual, tanto nacionales como internacionales.
El aprendizaje político de Carlos y su compromiso estratégico con los movimientos sociales fue evolucionando a través de sus años de activismo.
En 1984, Jáuregui se acercó al Movimiento al Socialismo (MAS) porque se había generado una corriente interna minoritaria volcada al análisis de la orientación sexual, llamada Alternativa Socialista por la Liberación Sexual. En ese espacio había activistas gays y lesbianas, pero sin llegar a una trascendencia pública. Durante más de veinte años ningún otro partido estuvo dispuesto a abrirle las puertas a la comunidad homosexual; incluso los organismos de derechos humanos eran más adversos, con excepción de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).
Hacia los años noventa, las conversaciones con activistas e intelectuales que vivían en Estados Unidos y pasaban por Buenos Aires, las Marchas del Orgullo en otras partes del mundo, la llegada de los primeros textos queer, el encuentro Lésbico Gay de América Latina, en Chile, 1992, influyeron mucho en Carlos y su grupo. Eso los llevó a proponerse la construcción de un espacio más amplio y a repensar el valor combativo del término “Orgullo Gay” junto a la importancia de las marchas, como acontecimiento aglutinador por excelencia del mundo de las diversidades.
En 1993 se creó el partido Frente por la Democracia Avanzada (FDA), espacio que exploró el ambiente universitario, la apertura con el feminismo, los derechos humanos y las minorías sexuales. En ese mismo camino confluyó con Gays DC, y de esa exploración mutua resultó una manera de permeabilidad política entre una izquierda democrática y los embrionarios impulsores del movimiento Lésbico Gay Travesti Transexual ( LGTT). A partir de esa confluencia, el FDA fue el primer partido en la Argentina en colocar en la agenda política del momento las demandas de las minorías sexuales junto con la despenalización del aborto.
Sin proponérselo, tales sucesos se insertaron en el marco de una lucha mayor, la opositora a las políticas neoliberales del menemato, que atrajo a un arco importante de organizaciones políticas de izquierda y de centroizquierda, de organismos de derechos humanos, feministas, intelectuales, sindicatos, estudiantes, grupos de orientación sexual y de lucha contra la violencia policial. Esa coyuntura política habilitaba la posibilidad de abrir el sendero a una nueva izquierda democrática y heterodoxa, que enfatizara el diálogo con interlocutores de cuño movimientístico.
Carlos Jáuregui, una biografía política resalta la importancia de su activismo, a partir de su condición gay, que lo llevó a articular coaliciones con los movimientos sociales en danza. Aquellos que configuraron la historia de la Argentina desde la posdictadura hasta mediado de los años noventa. Con la primera Marcha del Orgullo Lésbico-Gay, en 1992, la confluencia de gays y lesbianas amplió sus márgenes. Así se acrecentó el entramado político y sin más, confluyeron nuevas agrupaciones de travestis y transexuales. Eran los primeros pasos para la constitución del espacio Lésbico Gay Travesti Transexual en nuestro país.
Anticipo editorial del libro escrito por Mabel Bellucci; de próxima edición por Editorial Planeta.