28/03/2024

Por un debate serio, respetuoso y constructivo

Por Harnecker Marta , ,

La idea de propiciar una polémica cuyo objetivo sea construir pensamiento me parece una excelente iniciativa. Estimo que elegir algunos textos básicos para centrar la discusión es una buena idea. Pero creo que eso no basta. Habría que establecer algunas reglas de juego mínimas para que el debate sea fructífero. La regla de oro debería ser respetar el pensamiento con el que se quiere polemizar y no deformarlo; discutir sus propuestas de fondo y no irse por las ramas. Esto es lo que no cumple el de James Petras. Y como no me gusta afirmar cosas sin demostrar lo que afirmo con hechos contundentes, a continuación el lector podrá convencerse por sí mismo.

Es importante tener en cuenta que Anderson escribe casi un año y medio antes que Petras. Entonces no había habido Seattle, Praga, Foro Social Mundial, la Segunda Cumbre de los Pueblos en Quebec.

Por último, como no puedo citar la página, ya que recibí los documentos por vía electrónica, he decidido reproducir los párrafos de cada documento y subrayar con negrita las ideas que Petras tergiversa o no comprende bien, según mi opinión. Estimo y respeto a Petras, a quien considero un revolucionario que ha dedicado su vida a la causa de la liberación de los pueblos, del que admiro su consecuencia y espíritu de lucha y la capacidad de no contaminarse a pesar de vivir en las entrañas del monstruo. Por esto mismo me duele más que, a mi juicio, haya caído en el tipo de irrespeto intelectual que critico.

Sobre la hegemonía de los Estados Unidos y la derrota de la izquierda

Según Petras:

(...) Perry Anderson [en su] ensayo defiende la tesis de la dominación completa del imperio norteamericano (lo que designó como "hegemonía de los Estados Unidos") y la evidente derrota y desintegración de la izquierda. (...) su afirmación es profundamente errónea, tanto desde el punto de vista del método como de la teoría y el análisis, conduciéndolo a un injustificado retroceso y hacia una especie de política centrista apolítica.(...)

Qué dice Anderson al respecto:

(...) diez años después del derrumbe del comunismo el mundo ha cambiado, y una de las condiciones para el relanzamiento de la revista consiste en una aproximación específica y sistemática a su estado actual. ¿Cuál es el aspecto principal de la pasada década? En pocas palabras, puede definirse como la consolidación prácticamente irrebatible, unida a su difusión universal, del neoliberalismo.(...)

Y más adelante señala, entre los cinco procesos interconectados que han transformado radicalmente el escenario mundial, el siguiente:

(...) El capitalismo estadounidense ha reafirmado estruendosamente su predominio en todos los campos –económico, político, militar, cultural– con un boom sin precedentes que dura ya ocho años. Por más sobrevalorados que estén los activos de Wall Street, bajo el fardo de la deuda privada familiar, y a pesar de los actuales déficit de la balanza comercial, lo indudable es que la posición competitiva fundamental de las empresas estadounidenses se ha reforzado decisivamente.(...)

Y más adelante se refiere a la postura debería adoptar la NLR ante esta nueva situación:

(...) Creo que la actitud general debería consistir en un realismo intransigente. Intransigente en dos sentidos: negándose a toda componenda con el sistema imperante y rechazando toda piedad y eufemismo que puedan infravalorar su poder. (...)

Y al referirse a la situación defensiva de los trabajadores sostiene:

(...) El único punto de partida para una izquierda realista en nuestros días es una lúcida constatación de una derrota histórica. El capital ha repelido punto por punto todas las amenazas contra su dominio, las bases de cuyo poder, las presiones de la competencia por encima de todo, fueron persistentemente infravaloradas por el movimiento socialista.

La situación del mundo en los sesenta y el conformismo de los cincuenta

Anderson sostiene que la situación del mundo era muy diferente en los sesenta a la actual. Textualmente dice:

(...) La coyuntura de principios de la década de 1960, cuando la revista cobró forma en manos de un nuevo colectivo, presentaba los siguientes rasgos:
Políticamente, un tercio del planeta había roto con el capitalismo. (...) el bloque comunista, incluso en su momento de división, seguía siendo una realidad dinámica (...). El prestigio de la China maoísta seguía prácticamente intacto. La revolución cubana era un nuevo faro en Latinoamérica. Los vietnamitas combatían con éxito contra los Estados Unidos en el sudeste asiático. El capitalismo, pese a su estabilidad y prosperidad en sus zonas centrales del Norte, estaba amenazado, y sentía que lo estaba, en la mayor parte del mundo circundante. Incluso en casa, en Europa Occidental y el Japón, movimientos comunistas de masas seguían posicionándose en contra del orden establecido.
Intelectualmente, el descrédito de la ortodoxia estalinista después de 1956 y el ocaso del consenso doméstico del período de la Guerra Fría después de 1958 dio pie a un proceso de descubrimiento de tradiciones ahogadas de la izquierda y del marxismo (...) Empezaron a circular hebras alternativas de un marxismo revolucionario ligado a la política de masas: luxemburguistas, trotskistas, maoístas, comunistas consejistas. Simultáneamente, los distintos legados del marxismo occidental nacido de la derrota de la política de masas, desde la época de Lukács, Korsch y Gramsci en adelante, se presentaban susceptibles de reactivación. (...)
Culturalmente, la salida de la atmósfera conformista de la década de 1950 recubría un fenómeno mucho más amplio e igualmente brusco. Los dos marcadores dominantes del período son el surgimiento de la música rock en tanto que omnipresente banda sonora de la revuelta juvenil, en contraposición a la producción, por regla general empalagosa, del período previo.(...) El segundo desplazamiento crítico fue el surgimiento del cine d`auteur como concepción y proyecto. (...)

Antes de exponer el contraste que hace Anderson con la situación actual, veamos cómo tergiversa Petras lo que ese autor dice refiriéndose a los cincuenta:

(...) En Argelia, Indochina, Cuba, Corea (entre otros países) se desarrollaron luchas históricas de alcance mundial, involucrando a millones de militantes revolucionarios, que confrontaron al imperialismo euro-norteamericano y a sus clientes neocoloniales. En los Estados Unidos e Inglaterra éste fue un período de relativa "calma". Pero es una distorsión monstruosa referirse a los cincuenta como un período de "conformismo". Incluso en Europa, en Italia, Francia, Grecia (a pesar de su derrota en la guerra civil) y Yugoslavia, poderosos partidos comunistas de masas se comprometieron en políticas clasistas (excepto ante de la lucha anticolonialista). Inclusive en el Este de Europa se dieron levantamientos contradictorios de trabajadores en Alemania del Este, Polonia y Hungría y apareció en escena un cine crítico underground. Sólo un ciego eurocentrismo podría subestimar la importancia de la lucha de los cincuenta al enfocar el surgimiento de la izquierda en los Estados Unidos e Inglaterra en los sesenta.

Petras parece leer demasiado rápido porque nunca Anderson habló de la situación política de los cincuenta como conformismo: usó este término para referirse al ambiente "cultural", algo muy diferente. Y evidentemente la situación política que describe a comienzos de los sesenta viene preparada desde los cincuenta: Cuba, China, Vietnam para citar sólo los procesos que Anderson nombra.

Para retomar el hilo de la comparación que realizaba Anderson entre los sesenta y los noventa, veamos cómo caracteriza la época actual:

(...) Cuatro décadas más tarde, el entorno en el que cobró forma la NLR prácticamente se ha disipado. El bloque soviético ha desaparecido. El socialismo ha dejado de ser un ideal extendido. El marxismo ya no predomina en la cultura de la izquierda. Incluso el laborismo se ha disuelto en su mayor parte. Decir que estos cambios son enormes sería insuficiente. (...) diez años después del derrumbe del comunismo el mundo ha cambiado (...) ¿Cuál es el aspecto principal de la pasada década? En pocas palabras, puede definirse como la consolidación prácticamente irrebatible, unida a su difusión universal, del neoliberalismo.
(...) Todavía en 1998, Eric Hobsbawm y los antiguos redactores de Marxism Today seguían anunciando esperanzados el fin del neoliberalismo.
En la práctica, la tendencia de la época se ha movido en la dirección contraria. Cinco procesos interconectados han transformado radicalmente el escenario:
El capitalismo estadounidense ha reafirmado estruendosamente su predominio en todos los campos –económico, político, militar, cultural– con un boom sin precedentes que dura ya ocho años. Por más sobrevalorados que estén los activos de Wall Street, bajo el fardo de la deuda privada familiar, y a pesar de los actuales déficit de la balanza comercial, lo indudable es que la posición competitiva fundamental de las empresas estadounidenses se ha reforzado decisivamente.
La socialdemocracia europea, que se ha hecho con el gobierno en distintos lugares de Europa, ha reaccionado a las bajas tasas de crecimiento económico y al elevado desempleo del continente con un giro generalizado hacia el modelo estadounidense, con la aceleración de la desregulación y la privatización, no sólo de las industrias, sino también de los servicios sociales, a menudo más allá de los límites de los anteriores regímenes conservadores. Gran Bretaña ocupa el primer puesto en (...)
El capitalismo japonés se ha precipitado en una profunda recesión, de ahí que, junto con el coreano, se vea cada vez más presionado a fin de que se doblegue a los modelos de desregulación, con el consiguiente aumento del desempleo. (...)
La nueva economía rusa, el eslabón más débil en el sistema del mercado global, no ha provocado ningún tipo de respuesta popular, a pesar de una regresión catastrófica en términos de volumen de producción y esperanza de vida. (...)
Ideológicamente, el consenso neoliberal ha encontrado un nuevo punto de estabilización en la "tercera vía" de los gobiernos Clinton‑Blair. (...) El núcleo duro de las políticas gubernamentales consiste en la prosecución del legado Reagan­-Thatcher, en ocasiones con medidas que sus predecesores no se atrevieron a decretar (...) Podría decirse que, por definición, el modelo TINA (There is no alternative) (Frase pronunciada por Margaret Thatcher para condensar la situación en la que se producía la aplicación de sus políticas neoliberales. N. del T.) sólo cobra toda su fuerza cuando un gobierno alternativo demuestra que no quedan políticas alternativas creíbles. (...) En este sentido, y adaptando la máxima de Lenin que dice que "la república democrática es el armazón político ideal del capitalismo", podríamos decir que la "tercera vía" es en la actualidad el mejor armazón ideológico del neoliberalismo. (...)
Por último, la Guerra de los Balcanes ha redondeado la década con una demostración diplomático-militar del ascendente de esta constelación. (...) Clinton ha doblegado a Serbia con los bombardeos sin que un solo soldado haya tenido que pegar un tiro, en nombre del imperativo moral de parar la limpieza étnica, lo que con toda probabilidad no tardará en rematar con la supresión del régimen de Be1grado; y consiguió enrolar a Rusia sin grandes esfuerzos en la fuerza de ocupación en el papel simbólico de tropa auxiliar. Mientras tanto, China, tras la destrucción de su embajada poco antes de la respetuosa visita de su primer ministro a los Estados Unidos, ha colaborado dócilmente en la utilización de la ONU como pantalla para el protectorado de la OTAN en Kosovo, dejando claro que no va a permitir que nada estropee sus buenas relaciones con Washington. Por su parte, la Unión Europea se siente a sus anchas como compañera de armas de los Estados Unidos y une sus esfuerzos para la reconstrucción generosa de los Balcanes. En este sentido, la victoria en Kosovo no ha sido sólo militar y política. Ha sido además un triunfo ideológico que determina un nuevo modelo de intervención en favor de los derechos humanos en todo el planeta, de acuerdo con la inter­pretación de los mismos por Washington: no hay por qué aplicarlo al caso de los chechenos o los palestinos. (...)

Petras, en lugar de debatir estos temas que grosso modo definen, según Anderson, la nueva situación mundial tergiversa lo que dice, como, por ejemplo, en lo que se refiere al capitalismo japonés. Escribe en la nota 25 de su artículo: "Anderson brinda una letanía de derrotas de la izquierda, entre las que incluye extrañamente el estancamiento económico del capitalismo japonés". Extrañamente Petras atribuye a Anderson algo que él no dijo. La única referencia al Japón está en el texto que cité más arriba (sobre los procesos interconectados que caracterizan el escenario de hoy). Más adelante, escribe:

(...) Cualquier esfuerzo valioso por investigar y comparar el presente período con las anteriores cuatro décadas tiene la obligación de ir más allá de las simplificaciones dicotómicas, que no consideran las contradicciones y contra-corrientes, las potencialidades así como las limitaciones en cada ascenso y descenso de las luchas populares. (...) Lo que resulta políticamente deshonesto es pasar por alto las contra-tendencias del pasado (en particular en los sesenta y setenta) y del presente con la pretensión de hacer un retrato en blanco y negro. Esta metodología define las luchas y los movimientos por una especie de dictado intelectual que determina que el ambiente político de los sesenta fue revolucionario y el de los noventa fue un período en el que la izquierda, el marxismo y las luchas sociales significativas no tienen ninguna importancia y en el que reina la hegemonía suprema e incontestable de los Estados Unidos (...)

Sobre la fuerza del orden democrático liberal burgués y no del imperialismo

En otra parte de su artículo, hablando del vaciado de la democracia en los países capitalistas, Anderson recuerda que existe:

(...) una disminución constante de los porcentajes de participación electoral, aumento de la corrupción financiera y mediatización letal. Por regla general, el vigor no pertenece a la aspiración democrática desde abajo, sino a la asfixia del debate público y de la diferencia política desde arriba por parte del capital. La fuerza de este orden no descansa en la represión, sino en la adulteración y la neutralización, y hasta el momento ha logrado resolver sus retos más recientes con destreza.

Pero Petras, obsesionado contra la idea de que exista una hegemonía de los Estados Unidos, tergiversa a Anderson y lee orden norteamericano donde Anderson habla de orden democrático:

(...) Anderson subestima groseramente el papel de la violencia como sostén de lo que llama "hegemonía de los Estados Unidos". "La fuerza de este orden (norteamericano) se sustenta no en la represión, sino en el debilitamiento y la neutralización, y hasta el momento ha manejado los nuevos desafíos con ecuanimidad". Choca uno nuevamente con los intentos de Anderson de darle profundidad a lo banal por medio de la adopción de una terminología seudo-científica.

Sobre ecología y movimiento feminista

Sobre este tema Anderson escribe:

(...) Las conquistas de los movimientos feministas y ecologistas en el mundo desarrollado son reales y de agradecer: se trata de los elementos más importantes del progreso humano en estas sociedades de los últimos treinta años. Pero hasta la fecha han demostrado ser compatibles con los hábitos de la acumulación. Lógicamente, han contribuido en buena medida a una normalización política. El comportamiento de las feministas en los Estados Unidos y de los Verdes en Alemania, países en los que respectivamente es más fuerte cada uno de estos movimientos, al servicio del gobierno de Clinton en la Casa Blanca y de la OTAN en los Balcanes, habla por sí mismo.

Petras interpreta:

(...) El intento de Anderson de amalgamar a los "verdes" con los jefes del partido verde alemán y a las feministas con las feministas pro-Clinton es propio de una pobre investigación y una polémica política carente de ética.

Papel de la revolución tecnológica

Y por último, para no cansar al lector, veamos lo que Anderson escribe sobre papel de la revolución tecnológica y la interpretación que hace Petras de eso. Según Anderson:

(...) Para la izquierda, la lección del siglo pasado es la enseñada por Marx. Su primer cometido es prestar atención al desarrollo real del capitalismo como una compleja maquinaria de producción y beneficio, en constante movimiento. (...) En el horizonte no aparece aún ninguna agencia colectiva capaz de medirse con el poder del capital. Vivimos un tiempo, mientras la ingeniería genética se cierne amenazante, en el que la única fuerza revolucionaria capaz en este momento de perturbar su equilibrio parece ser el propio progreso científico: las fuerzas productivas, tan detestadas por los marxistas convencidos de la primacía de las relaciones de producción cuando el movimiento socialista seguía aún con vida. Pero si acaso las energías humanas para un cambio de sistema vuelven a liberarse, lo harán desde dentro del metabolismo mismo del capital. No podemos darle la espalda. Sólo en la evolución de este orden cabría encontrar los secretos de otro. (...) Aquí no hay certezas; a lo sumo cabe hacer propuestas y conjeturas teóricas.

A esto responde Petras:

(...) En este sentido, resulta muy raro realmente cuando un importante marxista occidental desprecia este movimiento (se refiere al movimiento actual de oposición al neoliberalismo) y la investigación empírica que lo sustenta y adhiere a la prensa pro-biogenética financiada por las corporaciones químicas más reaccionarias, presentando a los alimentos manipulados genéticamente como una verdadera fuerza revolucionaria, y apoyándose en la propaganda populista de mercado de los ideólogos de la nueva economía.

Y en una nota Petras agrega:

(...) El profesor Anderson, al mismo tiempo que galantemente desdeña a millones de manifestantes que protestan en la India y miles en Francia que atacan a la GM ("Todavía no aparece en el horizonte ninguna gestión colectiva capaz de igualar el poder del capital"), estrecha las manos a los publicistas de Monsanto: "Estamos en una época en que, como lo vislumbra la ingeniería genética, la única fuerza revolucionaria en el presente, capaz de modificar su equilibrio, parece ser el mismo progreso científico...". La creencia de Anderson en la ciencia, divorciada de la estructura de clases y del poder del Estado, que definen las tareas y usos de la investigación científica y sus descubrimientos, y su aceptación acrítica de la ingeniería genética resultan demasiado curiosos como para justificar demasiados comentarios. [1]

Por mucho que podamos discordar en cuanto al énfasis dado por Anderson al desarrollo de las fuerzas productivas creo realmente poco serio afirmar que el autor es partidario de los alimentos genéticamente manipulables. Por otra parte, interpreto que Anderson ve los peligros de la ingeniería genética y por eso cree que ella puede perturbar el equilibrio del sistema actual.

El mundo actual según Chesnais

Por otra parte, me parece que hay una gran coincidencia entre Anderson y Chesnais en cuanto a las características del mundo actual.

A continuación transcribo las ideas del teórico francés que me parecen más relevantes. Según el autor, el propósito de la revista Carré rouge (que presupone un esfuerzo teórico colectivo iluminado por el objetivo de la transformación socialista de la sociedad) debería ser:

(...) superar las omisiones y la parálisis de balances incompletos y permitirnos en definitiva salir del empirismo total que, por ahora, caracteriza nuestro trabajo político.
(...) hoy estamos desprovistos de una orientación política digna de ese nombre (en otra época hubiéramos dicho directamente un programa), fundada en la lucha por la transformación socialista de la sociedad y al mismo tiempo enraizada en un análisis de los procesos sociales y políticos contemporáneos tal como son realmente (no ficticiamente) a principios del siglo XXI. Para decirlo claramente, los militantes que determinan su actividad política y/o sindical cotidiana en función del carácter irreductible del antagonismo entre el capital (los propietarios de los medios de producción y de comunicación, es decir, de los medios de vida de la sociedad) y quienes venden o intentan vender su fuerza de trabajo (el inmenso ejército industrial de reserva que el capital constituyó a escala mundial), "navegan políticamente sin brújula". Esto es más grave aún porque la situación política contiene, me parece, muchos elementos de un "giro brusco". Esta ha sido siempre una característica de la época imperialista, pero todo un período de la lucha de clases mundial terminó en 1989-1991 sin que extrajéramos las consecuencias. El "giro brusco" que nos espera en un plazo más o menos largo no se apoyará en los datos y "parámetros" políticos de los años 1930, ni en los de 1960-1970. Funcionamos con referencias programáticas que deben ser reconstruidas de pies a cabeza, lo que supone terminar con la fetichización de los escritos de nuestros antecesores. (...)
En Carré rouge compartimos la convicción común de que ninguna corriente política o sindical seria, que tenga la meta de luchar por terminar con el capitalismo codo a codo con millones de mujeres y de hombres cuya adhesión debe ser obtenida (y no la construcción de una secta o de una iglesia milenarista), puede seguir diciéndose "armada del programa". Ninguna corriente política hoy utiliza una orientación que no repose o en un acto de fe (apoyado por documentos históricamente datados, osificados o lo que es peor, fetichizados) o en un empirismo total. La falta de "programa", en el sentido de una orientación estratégica (los objetivos, los medios) que responda a las cuestiones clave de la acción política con la perspectiva socialista es uno de los rasgos constitutivos de la actual situación política. (...)
Durante toda una época los trabajadores influenciados por los PC sabían o presentían que la URSS no era el paraíso socialista, pero esperaban que una reforma democrática del sistema daría a la Revolución de Octubre una segunda oportunidad, una nueva juventud. Los trabajadores influenciados por la IV Internacional y los militantes de los distintos agrupamientos, más allá de las diferencias nacidas de múltiples escisiones, combatían por una revolución mundial de la que la revolución política antiestalinista era parte constitutiva.
La caída del muro de Berlín y la dislocación de la URSS cambiaron todo. Pero no en beneficio del socialismo, sino de la contrarrevolución burocrática e imperialista que se produjo. Millones de asalariados y de militantes se hundieron en el desconcierto. Tienen el sentimiento de que no hay futuro. La esperanza abierta en 1917 está muerta. A los asalariados de todo el mundo se les presenta el capitalismo como una realidad insuperable, sin que a esa pretensión pueda oponérsele una perspectiva estratégica. Evidentemente, este hecho pesa sobre el conjunto de la lucha de clases internacional.

Y más adelante agrega:

(...)Un largo período histórico terminó definitivamente

Después de esa fase de intensa y diversificada de lucha de clases y de crisis política de dominación en muchos países, el reflujo que siguió abrió camino a algo muy distinto que un reflujo clásico (como por ejemplo se había dado, luego de 1948, en Europa Occidental). Las derrotas –pues se trató de verdaderas derrotas, que en su momento nos negamos a admitir– no abrieron simplemente el camino a un retroceso, incluso muy profundo, de la lucha de clases: pusieron fin a un largo período de la lucha de clases. (...)
En los países capitalistas, el fin de todo un período de la lucha de clases tuvo que ver con la sumatoria de derrotas obreras –serias pero "clásicas", es decir, con precedentes históricos–, con mutaciones técnicas como los que el capitalismo sólo experimenta con intervalos muy largos. (...) liquidación de industrias enteras, y por tanto de segmentos completos de la clase obrera. Incluso en las industrias que no sufrieron un destino tan radical, en los años 1980 se vio el comienzo de un proceso que todavía se mantiene de "desconcentración" y de fragmentación de la organización de la producción, así como del proletariado industrial concentrado que había marcado la lucha de clases a lo largo del siglo XX y espectacularmente en los años 1968-1975.
Es inadmisible no tener en cuenta la capacidad del capitalismo de hacer de la tecnología un arma y negarse (como muchos militantes lo hacen) a reconocer que, en tanto existan las relaciones capital/trabajo, éstas permitirán a la burguesía organizar el trabajo en función de las posibilidades que la técnica le ofrezca. Las técnicas surgidas en los años 1880-1900 exigían la concentración de grandes masas obreras; en cambio, las que han surgido y se han difundido rápidamente un siglo después permiten producir organizando la fragmentación y división del proletariado. No hay un "adiós al proletariado" pues, por el contrario, aprovechando una relación de fuerzas favorable, la burguesía ha recreado capas muy extensas de mujeres y de hombres obligados a vender su fuerza de trabajo en las peores condiciones, fuera de toda convención colectiva o derecho laboral efectivo. No es "traicionar a la clase obrera" constatar, para poder intervenir mejor después, que una determinada configuración de la clase obrera, la que prevalecía en el momento de la redacción del Programa de Transición, pertenece al pasado. (...)

Por eso Chesnais estima importante el papel que podría jugar Carré rouge:

(...) Ya no hay un proyecto de futuro emancipador afirmado teórica y políticamente. Es necesario reconstruirlo. Sin esperar un acontecimiento salvador, hay que comprometerse con modestia y ambición en un trabajo colectivo de investigación y debate sin tabúes. Es necesario dedicarse a la reconstrucción de un futuro socialista del que puedan apoderarse las fuerzas vivas de la sociedad.

Nota final. Creo que mi libro La izquierda en el umbral del siglo XXI. Haciendo posible lo imposible se inserta perfectamente dentro de este debate. Me gustaría que se sometiera a discusión mi síntesis de la tercera parte que envié hace más de un año a Herramienta.


[1] Es extraño porque aquí Petras cita una frase intercalada de Anderson que no corresponde al texto publicado por Herramienta. A uno le cabe la duda de si es un error de traducción o de tergiversación. Sería bueno conocer el original inglés.

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