20/04/2024

Réflexions sur la crise: Éco-socialisme ou Barbarie, de Arno Münster

Paris, L’Harmattan, París, 2009, 112 págs.  

 
La crisis estructural del sistema capitalista ha sido abordada desde distintas perspectivas teóricas y, también, desde muy diversas posiciones ideológicas. Indudablemente, las numerosas obras, artículos o tesis que han analizado dicha cuestión son muestra de la importancia y del significado del momento histórico por el que estamos atravesando, por tanto, es impostergable la discusión teórica y política de las propuestas que nos ofrecen algunos pensadores contemporáneos.
Arno Münster, reconocido filósofo franco-alemán, nos ofrece una obra que tiene por objeto, según sus propias palabras, “no sólo subrayar la profundidad de la crisis, sus orígenes y sus efectos desastrosos sino, a su vez, esclarecer su noción y dimensión filosófica” (p. 13), de ahí que su propuesta no debe pasar desapercibida por parte de los interesados en la creación de proyectos alternativos, puesto que podríamos privarnos de la posibilidad de extraer algunas pistas y, sobre todo de “pólvora”, por así decirlo, que serían de utilidad para la lucha. Por otra parte, si bien el texto tiene como cuestión axial la crisis actual, las reflexiones del autor varían en función del aspecto tratado dando como resultado un conjunto de ensayos, por ello, retomaremos algunos aspectos que nos parecen importantes del libro.    

 

 

La obra se compone de once breves capítulos que analizan grosso modo la crisis actual que se expresa en distintos ámbitos sociales y políticos. Partiendo del diagnóstico sobre la “depresión planetaria” de Jacques Attali y de los aportes de Elmar Altvater y Birgit Maknkopf, Münster sostiene que “el desplome de los mercados financieros y de los sistemas de crédito significarán automáticamente el hundimiento de uno de los principales pilares del capitalismo mundo puesto que detonará una terrible inflación que desencadenará una crisis social sin precedentes” (pp. 10-11). En ese sentido, el autor recurre a los trabajos sobre el capital financiero de Rudolf Hilferiding y de Rosa Luxemburgo para intentar explicar el papel del dinero y su relación con la crisis del capitalismo.
La crisis actual, primera reflexión de Münster, no es solamente cuádruple (financiera, alimentaria, ecológica y social) sino también es política (p.17). Además, esta última está relacionada con el fracaso de la política neoliberal que ha vulnerado a la clase trabajadora y a algunos sectores sociales como estudiantes, empleados, excluidos, entre otros. Cabe advertir que aquí Münster utiliza la categoría de excluido –tan duramente criticada por Zizek (2008) por ser otra manifestación del “bien intencionado” discurso multicultural– y no la de víctima –en sentido benjaminiano del término–. Esta omisión, que nos parece fundamental, lo llevará incluso a reivindicar “un proceso lento y constante de reformas radicales” (p. 73) dejando de lado que, como sostuvieran “Lieb y Benjamin, en algunas ocasiones, al fascismo se le resiste con las armas” (Löwy, 2007: 54).
Aunque Münster apunta bien la distinción entre el socialismo y la socialdemocracia, el autor se refugia en Gorz para tomar distancia de “ciertas teorías marxistas ‘revolucionarias’ o neo-blanquistas que preconizan el vuelco del orden social por un acto súbito insurreccional” (p. 21). Al respecto, nos remitimos a los trabajos de Fanon y de James quienes muestran que a las élites no se les debe pedir reformas sino arrebatárselas de las manos.
Münster señala que el concepto de crisis en la historia de la filosofía contiene tres significados: a) expresa una situación difícil y peligrosa; b) en un momento de cambio o ruptura en la evolución histórica, económica o ideológica; y c) una situación que implica una decisión (p. 23). Advierte además que la crisis está ligada a la catástrofe, sin embargo, la palabra “Kinesthai” significa también combate o lucha, por lo que nos remite a un proceso decisivo. A vuelo de pájaro, Münster da cuenta del significado de crisis en Marx, en Nietzsche, en Jasper, en Arendt, en Husserl y, finalmente, en Habermas con la finalidad de articular la crisis de legitimidad de las instituciones con la dinámica del sistema económico. Münster retoma la distinción habermasiana entre “crisis de la racionalidad” –en tanto sistema administrativo que pierde eficacia en la producción de decisiones racionales necesarias– y la crisis de motivación que refiere a la abstinencia por parte de la población en el proceso de decisiones políticas (p. 32). Caber hacer mención que, como subraya Münster, para Habermas existe una crisis cuando “los miembros de la sociedad experimentan zozobra a causa de los efectos peligrosos que el sistema provoca”, por tanto, el concepto de “crisis de legitimación” se hace evidente en la desconfianza en las actuales instituciones políticas.
Desde nuestro punto de vista, el disfuncionamiento de los mecanismos de regulación clásicos –en materia política y económica– tiene un punto de inflexión muy importante en 1973 con el inicio de la fase B de Kondratieff (Wallerstein, 1991); esto es, con la despolitización de la economía representada en la emergencia del neoliberalismo. Por ello, la despolitización de las decisiones políticas no puede entenderse sin su relación con las transfiguraciones del sistema-mundo moderno. Probablemente si Münster hubiera retomado los trabajos de François Chesnais o del filósofo Enrique Dussel (2003), entre otros, no se hubiera solamente conformado con el “principio de discusión” de cuño habermasiano puesto que como increpa Dussel, “¿qué sentido tiene una discusión cuando los mecanismos y los recursos para entablar dicha comunicación es asimétrica?” (Dussel, 2003). Anterior al “principio de discusión” precisamos –al menos el 80% de la población mundial que padece hambre y miseria–, de un “principio de liberación”.
Uno de los aciertos de Münster radica en actualizar las reflexiones de Rudolf Hilferding y de Rosa Luxemburgo en relación al capital financiero. Estas trastocan el tema del imperialismo, de ahí que: “convenga estudiar las diversas formas cambiantes de la concentración del capital pero también las consecuencias de esas transformaciones del capitalismo en los imperios multinacionales” (p. 52). Para Hilferding bajo la forma de exportación de capitales se encuentra la raíz del imperialismo moderno y es en la especulación y en la Bolsa (Bourse) donde se produce el capital ficticio. En ese sentido, como atinadamente apunta Münster, Hilferding estaba convencido que la respuesta por parte del proletariado a la política económica del capital financiero era el socialismo (p. 49).
Münster reflexiona sobre la crisis del 24 de octubre de 1929, episodio también conocido como “jueves negro”, para identificar las condiciones objetivas y subjetivas que no sólo fueron ineficientes en la construcción de una alternativa al capitalismo sino además no pudieron evitar el ascenso del fascismo. Uno de los factores a tomar en cuenta en el caso alemán –sostiene el autor– es el socio-psicológico puesto que la “ética protestante del trabajo” estaba profundamente inculcada en el “ser alemán” por medio de la educación.
Para Münster un rasgo distintivo entre la crisis de 1929 y la actual (2008-2009) es que la crisis económica-bancaria convive con una terrible crisis ecológica y una ominosa crisis alimentaria (reflexiones VII y VIII). En consecuencia su corolario (reflexión IX) se manifiesta en la crisis de la democracia. Siguiendo las consideraciones de Pierre Rosanvallon para quien la democracia representativa se encuentra inacabada y evidencia un desencanto del sistema democrático parlamentario, Münster pugna por una “democracia participativa” que tenga como horizonte la “construcción y el desarrollo, partiendo de las bases, de contra-poderes en todos los niveles de la producción y en todas las instituciones con la finalidad de que se construya así un verdadera contra-potencia y fuerza de ataque democrática de base legitimada por su capacidad auto-legislativa y su capacidad de movilización extra-parlamentaria”. Empero “la institución de esa democracia de base no se hará por una acción revolucionara súbita sino en el marco de un proceso lento y constante de reformas radicales” (p. 73).
La defensa del espacio público es fundamental en la lucha contra el sistema neoliberal. Apoyado en Hannah Arendt, Münster recupera el marco material y subjetivo donde se gesta la interacción entre los seres humanos en su nivel político, esto es, el espacio público. Sin embargo, Münster no se complace con la defensa de la democracia política sino que también pugna por una democracia social.
La crisis de las universidades, reflexión décima, está ligada no sólo a las reformas del “sarkozismo” en Francia (ley relativa a las libertades y responsabilidades de las universidades y a la del estatus de los profesores-investigadores) sino también a la “consejocracia” que dirige las instituciones universitarias. Sobre ese punto, el autor sostiene que urge un “nuevo sistema cooperativo y de autogestión donde las relaciones jerárquicas y autoritarias sean suprimidas y sustituidas por la gestión autónoma y libre de asuntos de la vida universitaria por parte de todos” (p.87).
La última reflexión refiere a la crisis de la socialdemocracia y su expresión en la pérdida electoral por parte de los partidos socialistas y socialdemócratas en Europa. Por ello Münster señala que los socialistas deberán tomar una posición clara respecto a una ruptura real con el capitalismo (p. 93), cuestión decisiva para la política en los años por venir. Indudablemente la reconstrucción de un proyecto implica una nueva orientación ideológica y política que asuma la herencia teórica del socialismo democrático y un diálogo con los representantes y teóricos del eco-socialismo.
Finalmente, como “postre”, el texto incluye una entrevista realizada al autor en mayo de 2009 para France Culture donde éste manifiesta abiertamente su deuda con las ideas de André Gorz, quien, desde su “realismo utópico”, siempre sostuvo que nos encontrábamos en un período histórico “en plena mutación”. Münster arguye incluso que “la utopía concreta” de Gorz es todavía más concreta que la de Ernst Bloch, porque esboza, desde los fundamentos de un análisis crítico del capitalismo avanzado, la alternativa concreta de una sociedad y de una economía eco-socialista, esto es, cooperativista.
La propuesta de Münster nos parece interesante porque subraya el dilema ético-civilizatorio ya abordado por Rosa            Luxemburgo pero con una articulación al momento histórico del que somos testigos y, en ciertas ocasiones, actores. Por tanto, la consigna Eco-socialismo o barbarie es central, como seguro lo tiene claro Münster, en la lucha por la naturalización del hombre y la humanización de la naturaleza.
 
Bibliografía:
Dussel, Enrique. L´éthique de la libération. A l´ère de la mondialisation et de l´exclusion, Paris, L´Harmattan, 2003.
Fanon, Frantz. Les damnés de la terre, Paris, La Découverte, 2002.
James, Cyril Lionel Robert. Los Jacobinos negros, Madrid/México, Turner-Fondo de Cultura Económica, 2003.
Löwy, Michael. Walter Benjamín: Avertissement d’incendie, Paris, Presses Universitaires de France, 2007.
Wallerstein, Immanuel. Impenser la science sociale. Pour sortir du XIXe siècle, Paris, Presses Universitaires de France, 1991.
Zizek, Slavoj. Fragile Absolu. Pourquoi l’héritage chrétien vaut-il d’être défendu ?, Paris, Flammarion, 2008.

 

 

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