Ahora nomás, un miércoles 12 de agosto de 2009, la Legislatura de la Provincia de Neuquén (norpatagonia argentina) aprobó (con 26 votos a favor y 9 en contra) la expropiación de Cerámica Zanón, también conocida como Fábrica Sin Patrones (FASINPAT), un vigoroso y actual ejemplo de lucha obrera que, por unas cuantas razones, se ha convertido en un símbolo de autogestión que supo traspasar fronteras territoriales y temporales.
Antes, ya en el año 2004, los obreros y las obreras de la fábrica de Zanón habían elaborado y presentado al Poder Legislativo provincial un proyecto de expropiación bajo la fórmula de “Estatización bajo control obrero”, con el aval de unas 100 mil firmas recogidas en las calles. Con ese proyecto intentaban alejar las intimidaciones de desalojo que constantemente amenazaban la frágil condición legal de la gestión obrera, a la vez que proponían la expropiación sin pago de la deuda patronal y que la producción fabril se destine a la obra pública (hospitales, escuelas, etc.); en ese momento no obtuvo el respaldo político esperado: el contexto político, entre otros motivos, era muy distinto al actual, al menos en Neuquén, una de las provincias argentinas mas chicas geográfica y poblacionalmente, y a la vez la que registra el mayor número de dirigentes sindicales procesados por acciones de protesta durante los años 90. A pesar de ello, los obreros persistieron incansablemente con el reclamo de expropiación.
Un rodeo necesario...
El convulsionado pos-2001 argentino se vivía en Neuquén de una manera especialmente dura. Su gobernador Jorge Omar Sobisch, del imbatible Movimiento Popular Neuquino, proseguía con su tercer mandato y lentamente se embarcaba en una delirante campaña electoral que suponía un camino directo desde su éxito en las urnas como gobernador y una símil performance en el plano nacional... Sí, Jorge Omar Sobisch, alias JOS, quería ser Presidente de los argentinos, pero pocos lo conocían por fuera de las fronteras provinciales y sus gigantescos esfuerzos monetarios, que las malas lenguas ubican como financiados por la petrolera REPSOL-YPF –firmemente instalada en Neuquén–, sólo alcanzaron para que su aventura presidencial culmine cosechando menos del 2% de los votos.
Sin embargo, poco antes de aquella vergüenza electoral, la relativamente desconocida imagen del gobernador neuquino había ocupado un sitio destacado en los medios nacionales. La vigorosa cultura política de protesta que Neuquén exhibe desde hace un par de décadas se expresaba por aquel abril de 2007 en una huelga de maestros (nucleados en la Asociación de Trabajadores de la Educación del Neuquén –ATEN–) que decidieron, en el momento más álgido del conflicto, realizar un corte de ruta. JOS y su policía lo van a impedir, y para dar un ejemplo de “mano dura” van a desalojar a los maestros, y además, van a asesinar a uno de ellos. Una verdadera lección. No se debe interrumpir la libre circulación. Carlos Fuentealba, docente neuquino, murió por no entender aquel “orden” propugnado por Sobisch.
Así era JOS, el gobernador con el que los ceramistas de Zanón debieron lidiar durante años. Junto al asesinato de Carlos Fuentealba, JOS acumulaba en su haber la represión sistemática de las protestas sociales, un estilo de gobierno autoritario y corrupto, y la realización de escandalosos pactos con el capital transnacional, en especial sus negocios con REPSOL-YPF y la prolongación de las explotaciones de riquísimos yacimientos de gas como los de Loma de la Lata, que, de paso, implicaban la invasión y contaminación de las comunidades mapuces
[1] cercanas. El perfil político ideológico de JOS combinaba las recetas del neoliberalismo más salvaje con los preceptos más reaccionarios sobre las causas de los conflictos sociales. Simplificando: los que protestan cortando rutas o calles son intolerantes infiltrados por activistas de ultraizquierda que vienen desde afuera de la provincia a quitarle trabajo a los laboriosos neuquinos... Hijo de un policía de alto rango, se dice que JOS fue felicitado en sus años mozos por el dictador Rafael Videla, quien lo calificó como una joven promesa política.
Imagine ahora el lector qué podía pensar este hombre de una fábrica que, en “su” provincia, estaba ocupada bajo control obrero... Van algunos ejemplos de muchos más que se pueden citar: un ministro de seguridad de JOS, el famoso “Toti” Manganaro, espetó en un discurso público en el que anunciaba el Plan de Seguridad Provincial más ambicioso que registre una provincia de América Latina, que los ceramistas junto a otros sindicalistas locales (especialmente de la Asociación de Trabajadores del Estado –ATE–) eran unos delincuentes que había que combatir con toda dureza. En noviembre de 2003, unos desocupados que protestaban contra el intento gubernamental de pagarles el subsidio con tarjetas magnéticas fueron duramente reprimidos. Los apoyaban en esa protesta los ceramistas, que años atrás habían incorporado a la gestión obrera mano de obra proveniente de organizaciones de desocupados. Un joven del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) que había ingresado a trabajar a Zanón poco tiempo antes y que participaba de la protesta, fue perseguido por la policía. En su cara impactaron 64 perdigonazos policiales. Perdió un ojo. Se llama Pepe Alveal y sigue trabajando en Zanón.
Menos conocido es el caso de mujeres de ceramistas golpeadas que tuvieron que salir con sus familias de la provincia por amenazas de muerte provenientes de los miserables secuaces a la orden de Luis Zanón, el ya ex dueño de la fábrica.
Economía social y autonomía obrera
¿Por qué este recordatorio? Porque hoy el clima político cambió y permite entender un poco mejor a esta expropiación en particular. Por caso, desde las esferas políticas nacionales se ha declarado recientemente un apoyo legal y económico a las Fábricas Recuperadas.
[2] Aquel intenso, novedoso y audaz fenómeno que acompañó la gran crisis argentina de fin de siglo y que consistió en la ocupación y puesta en funcionamiento por los trabajadores de unidades productivas abandonas por sus patrones, las denominadas “fábricas recuperadas”, fue lentamente incorporado y digerido en las fauces estatales como un proceso social que debía considerarse en vistas de que permite conservar el empleo de no pocas personas: por eso se conocieron cientos de expropiaciones de fábricas que se iban convirtiendo en cooperativas de trabajo (por supuesto, previamente, sus trabajadores atravesaron en la mayoría de los casos angustiantes momentos en los que su fuente de supervivencia parecía extinguirse). Esos iniciales gérmenes de autonomía obrera ahora son considerados como parte de la “economía social”, se adaptaron rápidamente (lo tuvieron que hacer) a las normas del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), conformaron vertientes políticas como el Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas (MNFR), muy cercanas al gobierno nacional, y sus trabajadores se volcaron casi exclusivamente a sostener la faz productiva en un contexto de profunda crisis económica.
Sin embargo, entre las más de 200 fábricas de este tipo que existen en Argentina, todas, o su enorme mayoría, reconocen en Zanón (que no participa del MNFR) al faro que ilumina su origen y, quizás, al motor que estimula su cotidiana existencia. Es que Zanón fue, cuando sus obreros se lanzaron a ocuparla y a producir, Zanón bajo control obrero, ¡vaya nombre! No sorprende entonces que los militantes de izquierda de cualquier parte del mundo y de cualquier vertiente se conmovieran ante tamaña denominación. Así lo expresaron James Petras, Naomi Klein, Osvaldo Bayer, Pérez Esquivel, y tantos otros personajes conocidos que visitaron Zanón.
La experiencia obrera
¿Qué es Zanón?, o mejor, ¿qué es lo que tiene Zanón?
En principio:
- más de 450 obreros y obreras que ocupan una fábrica y producen sin resguardo legal;
- que destinan gran parte de su producción a donaciones para hospitales, escuelas, barrios humildes y bibliotecas;
- que aprenden a decidir todos sus asuntos en asambleas generales;
- que incorporan a más de un centenar de trabajadores de organizaciones de desocupados;
- que organizan festejos populares multitudinarios por el día del niño, o festivales de rock sin policías a los que asisten decenas de miles de jóvenes;
- que planean una escuela para aquellos obreros que deseen terminar sus estudios;
- que levantan una biblioteca dentro de la fábrica;
- que realizan visitas guiadas dentro de ella para contingentes de estudiantes primarios y secundarios;
- que gozan de la simpatía y el apoyo de vastos sectores de la sociedad neuquina;
- y muchos etcéteras más.
Hasta aquí todo es muy interesante, pero ¿qué tensiona su relación con el poder político? A las apostillas sobre JOS, que ya adelantan una primera respuesta, hay que agregar lo siguiente: Zanón, o FASINPAT, está encuadrada en el Sindicato de Obreros y Empleados Ceramistas de Neuquén (SOECN), un pequeño sindicato que agrupa a cuatro cerámicas (entre las que Zanón es la más numerosa y fuerte), que fue recuperado de la anterior conducción –escandalosamente burocrática y pro patronal– por jóvenes combativos. Ello ocurrió en diciembre de 2000, pero la lucha ya se venía perfilando desde mediados de los 90, cuando camadas enteras de activistas sindicales eran sistemáticamente barridos en un movimiento de pinzas entre la patronal y el SOECN.
Primero se ganó la comisión interna de Zanón en 1998, ese mismo año se ganó una importante huelga desatada por la muerte de un joven obrero llamado Daniel Ferrás, que no pudo ser atendido correctamente en la fábrica al no estar en condiciones los tubos de oxígeno; luego en elecciones se logró recuperar el SOECN, y cuando la combatividad ganaba fuerzas vino el golpe patronal con la medida del cierre de Zanón (noviembre de 2001), pero ya con cientos de obreros que traían esa corta y nutrida historia de luchas (huelgas, tomas, cortes de ruta, etc.). A esas experiencias le sumaron, una vez tomada la fábrica, la decisión de entrar en ella y ponerla a producir en marzo de 2002 lanzando los primeros modelos de cerámicos denominados “Obrero”, “Hebe” (por la referente máxima de Madres de Plaza de Mayo), y “Calfucurá” (en homenaje a la comunidad mapuce), es decir, los ceramistas cambiaron los nombres de modelos de mercado por referentes de la lucha social. Allí también comenzaron las amenazas de desalojo, puesto que los obreros carecían de una figura legal que les permitiera producir en esas condiciones.
Como máxima autoridad sindical quedó electo a la cabeza del SOECN Raúl Godoy, joven cuadro del trotskista Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS), acompañado por Alejandro López, otro joven de apenas 30 años que sin ser miembro de partido u organización de izquierda alguna ya estaba empapado de la prédica clasista, mixturada con su propio bagaje sindical. Al lado de ambos, Mariano Pedrero, otro joven abogado del PTS, asesoraba al SOECN en los complejos pasos que los obreros debían dar frente al gobierno provincial, a la Justicia que los asechaba incesantemente con amenazas de desalojo, y a los restos de la burocracia que hostigaba a la fábrica desde afuera, apoyada desde las sombras por Luis Zanón, todavía el patrón...
De manera que de lejos (y de cerca también) Zanón se convirtió en
una fábrica roja.
[3] Habitarla es sinónimo de codearse con militantes de partidos de izquierda, de sindicalistas, de miembros de organizaciones sociales combativas, y de activistas independientes que, digámoslo, son también de izquierdas. No hay que creer por ello que todos los obreros de Zanón son de izquierda: de hecho, sólo una minoría lo es orgánicamente mientras que muchos otros simpatizan o están afiliados al MPN o a otros partidos que compiten y realizan alianzas con el oficialismo, como el peronismo y el radicalismo. Lo que sí hay que aceptar es que la experiencia ceramista es incomprensible sin la influencia de la izquierda. Y es justamente esa “marca” la que acá destaco, porque ayuda a comprender mejor la exacerbada hostilidad hacia estos obreros; hostilidad que, aunque no está marcado ni dicho en los debates o se expresa de manera tangencial, revela el terror oculto en los sectores enfrentados con la experiencia de Zanón a la expropiación y al avance de los trabajadores sobre propiedad privada.
Quizás una de las características más salientes de Zanón es que siempre participa y se solidariza activamente con los conflictos sociales que colorean constantemente las calles de Neuquén. Los ceramistas se movilizan, acampan, peticionan, brindan sus recursos, difunden por sus programas de radio, elaboran comunicados y se enfrentan con la policía. Los ceramistas ciertamente aprendieron el rigor de la lucha de calles de los sindicatos combativos neuquinos por excelencia, los estatales nucleados en ATE y los docentes de ATEN. Pero fundamentalmente Zanón bebió de la izquierda neuquina, una izquierda militante y multiforme que atraviesa como una histórica red a todas las organizaciones sociales existentes: desde Madres de Plaza de Mayo hasta las comunidades mapuce, y que sembró la impronta simbólica de las luchas desde los años 70 como el Choconazo, las huelgas de la UOCRA (obreros de la construcción) en la represa de Piedra del Águila en los 80, y la de los desocupados en los 90 bajo la forma de grandes puebladas en las localidades petroleras de Plaza Huincul y Cutral Có, mito de origen del movimiento piquetero argentino. La militancia de los obreros ceramistas unifica y reactualiza todos esos momentos.
En este campo militante el SOECN avanzó también, por ejemplo, cuando rechazó las normativas del INAES y elaboró sus propias reglas de funcionamiento interno (las “normas de convivencia de Zanón bajo control obrero”), o cuando reformó sus estatutos sindicales (2005) incorporando, entre otras cosas inéditas en la historia del movimiento obrero argentino, la revocabilidad de mandatos, la lucha por el socialismo, la independencia del Estado y la provocativa referencia a la lucha de clases. Dentro de Zanón se impulsa la rotación de dirigentes y ningún cargo sindical es rentado. Las nuevas camadas militantes se curten en la solidaridad hacia otras fábricas en conflicto, adonde acuden brindando su testimonio, ofreciendo sus recursos (radio, web, movilidad, la sede sindical, etc.) y contando acerca de las bondades de la autogestión. Esas actividades son consideradas como parte inescindible de trabajar en Zanón, incluso estuvieron reglamentadas. Son las “dos patas” que deben marchar siempre unidas: producción y política, como repiten incansablemente los ceramistas
¿Qué más decir?, Imagine el lector (y sueñe el militante) una fábrica así. De puertas abiertas. Por supuesto, allí caben todas las exigencias, clasificaciones, planteos y desplantes de la diezmada izquierda actual… Pero eso, para los parámetros por los que se debe medir la experiencia de Zanón, es absolutamente irrelevante.
Imaginemos ahora al nuevo gobernador neuquino, Jorge Sapag, también del mismo partido que su antecesor, y del mismo apellido que el fundador del MPN (quiero decir que en las alturas del sistema político todo sigue más o menos igual). Asume con notables urgencias por apaciguar el conflicto social, desea también diferenciarse de su antecesor (tildado nada menos que de “asesino” de docentes), y por sobre todo cuenta con un presupuesto de 6.200 millones de pesos (y algo de voluntad) para expropiar una fábrica pagando sólo el 10% de su valor (Zanón fue expropiada por 23 millones de pesos, una ganga, “una oportunidad única” según el mismísimo gobernador). Sapag quiere sintonizar con el Estado nacional (así como JOS sintonizó antaño con Menem). Con esa medida –la expropiación– cree que se embolsa a toda esa experiencia obrera. Propondrá en el proyecto de expropiación una cláusula que obligue a los ceramistas a evitar la movilización en nombre de la “paz social”, pero será contestado de inmediato con que no se puede llegar a ninguna paz social si hay desigualdad social. Sabia respuesta para un nuevo clima.
Actualmente Zanón sigue avanzando y a través del SOECN discute entrar a la regional Neuquén de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) junto a los que ya están allí, los poderosos ATE y ATEN. Para ingresar abandonará, sin traumas, su histórica pertenencia a la eterna y burocrática Confederación General del Trabajo (CGT) regional. Es que el representante de la CGT local acusó a los ceramistas de alimentar la “lucha de clases”, y a coro con las cámaras empresarias regionales denunció que la expropiación es un aval para el avasallamiento de la “propiedad privada” y una medida que consolida los “métodos” ceramistas: la autogestión, sin patrón. Jorge Sapag entendió también, al parecer, que semejante frente de combate en ciernes bajo el CTA no le hace bien a la “paz social”. Y expropió.
Un miércoles 12 de agosto del 2009 los ceramistas fueron por su expropiación, campeando al viento cordillerano y al cambio de clima político. (En todo este artículo quise decir: los ceramistas persisten con su reclamo de expropiación, más allá de que desde lejos parezca que el contexto político lo permitió; y no es así). En una columna de varias cuadras marcharon junto a más detreinta organizaciones sociales y políticas que se encolumnaron detrás de un enorme cartel que rezaba: “Carlos Fuentealba presente”.Allí estabanlos obreros y las obreras de Zanón, los sindicatos de televisión, estatales, docentes y municipales. También partidos de izquierda: Partido de Trabajadores Socialistas, Partido Obrero, Nueva Izquierda, Partido Comunista Revolucionario, Proyecto Sur, entre otros. Había también organizaciones estudiantiles universitarias y organizaciones sociales como la Confederación Mapuce, el Frente Popular Darío Santillán, la Colectiva Feminista La Revuelta, la murga Cobija Sueños y Artistas por la Expropiación de Zanón. Desde el exterior provincial asistieron trabajadores del INDEC, del Subte, de la Fábrica Brukman, del Hospital Garraham y los canadienses realizadores del documental “La Toma”, película que describe el proceso de recuperación y que fue dirigida por Naomi Klein.
¿Cuántas cosas más se pueden decir de Zanón? Sé que muchas. Yo intenté contarlas en un libro. Pero no me alcanzó. Y advierto ahora que en un breve artículo, tampoco resultó. Nunca alcanzará. Primero, porque esta lucha corre con el tiempo obligando a desplazarse junto a ella; segundo, porque lo que habilita pensar al conocerla, va y viene en el tiempo y el espacio. La autogestión, la libertad de hombres y mujeres, el trabajo, la militancia, el socialismo.
Lo que sí se puede concluir provisoriamente es que la lucha de estos obreros y obreras ceramistas seguirá abriendo caminos impredecibles, pase lo que pase. El rumbo de lo que en adelante suceda con ellos sólo depende, como hasta ahora ocurrió, de sus propias fuerzas. Sus únicas limitaciones son ellos mismos. Y eso es así porque la verdadera autonomía nunca pudo verse tan presente, tan cerca, como en éste un pequeño y lejano puñado de obreros.
[1] Mapuces, también denominados mapuches.
[2] A través de una modificación en la Ley de Quiebras la presidenta argentina Cristina Fernández enunciaba en junio de este año su intención de facilitar el proceso de recuperación de las empresas por parte de los trabajadores. Ver “Las recuperadas pusieron el modelo”, Diario
Página 12, 16/06/09.
[3] O “llena de zurdos”, como sus detractores comúnmente sostienen.