28/04/2024

Socialismo desde abajo

Por

 

 

Compilación, Ediciones Herramienta, Buenos Aires, Argentina, julio de 2013,
ISBN: 978-987-1505-36-4, 296 páginas
 
 
 
 
 
 
Índice
 
Prólogo de Aldo Casas
 
El socialismo desde abajo, de ayer a hoy
Omar Acha
 
El socialismo desde los intersticios. Althusser más allá de Marx
Esteban Rodríguez
 
Cristianismo y socialismo
Rubén Dri
 
Requisitos estratégicos
Miguel Mazzeo
 
Especificidades y desafíos de la autonomía urbana desde una perspectiva prefurativa
Hernán Ouviña
 
La nueva izquierda autónoma y el socialismo desde abajo. Notas para un debate sobre nuestras prácticas y los desafíos por venir
Mariano Pacheco
 
El socialismo raizal de Nuestramérica
Fernando Stratta
 
Cuando la auto-organización de los subalternos tensiona los mecanismos socio-asistenciales
de contra-insurgencia
Katia Marro y Ramiro Dulcich
 
Lucha que cura. Aspectos terapéuticos de las luchas de masas y algunos desafíos para el trabajo de base contemporáneo
Marco Fernandes
 
El Salvador, de la insurrección a la institución: desafíos para la construcción de poder popular en la actualidad
Dagoberto Gutierrez y Stefano Motta
 
De construcciones populares y otros Quilombos
Noelia Figueroa y Guido Saccal
 
El fulgor de Canudos
Silvia Beatriz Adoue
 
 
Prólogo:
 
Los buenos libros –y creo que el que aquí presento lo es– merecen buenos lectores. Entiendo que buenos lectores son aquellos que, escapando al rol de receptores pasivos, se comprometen críticamente con el texto, se apoderan del mismo, aportan interpretaciones e inquietudes y, en cierto modo, pasan a ser un autor más del libro que se lee. Un lector-autor que no sólo tiene “la última palabra” al momento de otorgar sentido a lo leído, sino también la potestad de suponer que el punto final se convierte en dos puntos, habilitando imaginar nuevos desarrollos o Capítulos… A ese anónimo y colectivo lector comprometido que, eventualmente, podrá agregar lo suyo a lo escrito en los doce ensayos fi rmados que conforman el libro, dirijo estas líneas. Muy breves, porque no se trata de alargarlo sino prologarlo.
 
“Preguntando, caminamos”, dijeron por boca del Sub Marcos los zapatistas chiapanecos. Y la fórmula, efectivamente, hizo camino. El éxito del dicho no se deriva sólo del innegable ingenio comunicacional del emisor. Encontró resonancia en una peculiar coyuntura regional, cuando la catástrofe neoliberal dio nuevo ímpetu a las resistencias de nuestros pueblos y la lucha de clases recuperó visibilidad, a despecho del “No hay alternativa” de Margaret Thatcher y del imaginario que hacía del capitalismo el horizonte insuperable de la humanidad. Un momento bisagra, porque nuestros pueblos reanudaban su larga marcha después que la implosión del “campo socialista” arrasara también los dogmatismos ideológicos, políticos y organizacionales cristalizados a la sombra del autodenominado “socialismo real”. Un siglo y una época habían quedado a nuestras espaldas. Perdidas aquellas certezas que habían resultado ser, en defi nitiva, engañosas y paralizantes, pudimos recuperar la vitalidad subversiva, la inquietud, el cuestionamiento, los ensayos, la crítica y autocrítica tan imprescindibles para el movimiento colectivo por el cambio social. Quemados los viejos mapas, estábamos empujados por la vida misma a abrirnos camino en terrenos inexplorados… “Preguntando, caminamos”.
Las preguntas a veces molestan y no falta quien diga que “sólo los locos o los niños responden a una pregunta con otra pregunta”. Es oportuno entonces recordar que hace falta conservar algo de locos y de niños para no “acomodarse” a un mundo que la razón instrumental hunde en el más completo y mortífero irracionalismo, un mundo dominado por los fetichismos de la mercancía, del dinero y del Estado, un mundo de hombres y mujeres alienados y expropiados de sus saberes y sus prácticas sociales… Por lo demás, no se trata de quedarse en alguna encrucijada repitiendo la misma pregunta. Por el contrario, caminamos. Y en la marcha no sólo ganamos experiencia, también nos vamos encontrando con otros y otras que aportan nuevas necesidades, inquietudes y esperanzas.
Las preguntas iniciales y las respuestas tentativas, por vacilantes o imprecisas que sean, se enlazan con el aprendizaje ganado al andar, dando paso a nuevos y más productivos cuestionamientos. Imagino que de un proceso semejante surgió este libro. Muchas fueron las manos que lo escribieron. Las autoras y autores provenientes de diversas tradiciones y experiencias. Son textos redactados en las más distintas latitudes de Nuestra América. Ni las preguntas ni las respuestas son exactamente las mismas, pero la resultante no es una cacofonía, sino más bien un diálogo que se despliega en el transcurso de esa larga marcha evocada en el párrafo anterior. Conviene leerlo con el espíritu libre e inquieto de quien sabe que “se hace camino al andar”.
Colocado en la situación de un lector al que se le ha concedido el inesperado privilegio de colocar algunas palabras en las primeras páginasdel libro, quiero compartir una inquietud que sirve tanto de “clave de lectura” como de “programa de investigación”. ¿Qué indican e implican, en términos continentales, la revolución bolivariana y el llamamiento a construir el socialismo del siglo XXI? No lo pregunto con el ánimo deencontrar allí un “modelo”. Creo, sí, que todas las experiencias teóricas y prácticas apuntadas a la construcción de poder popular y a impulsar el socialismo “desde abajo” pueden ser provechosamente reconsideradas aprovechando las luces y las sombras que irradia esa fenomenal batalla, aún en curso y con final abierto. Sin minimizar las inmensas diferencias y desigualdades que registra la cartografía del cambio en Nuestra América, pienso que nos es común el reto de fecundar la dimensión defensiva y reivindicativa de las luchas populares con una perspectiva emancipatoria.
Ante la crisis estructural del capital, que es también crisis civilizatoria, debemos construir respuestas no-capitalistas. Desde nuestras coordenadas, en tiempo y espacio, debemos pensar la “actualidad de la revolución” (¡y de la contra-revolución!), desarrollando una “teoría de la transición”, abierta a ensayos y rectificaciones. La historia y la vida misma nos imponen desafiar el (des)orden del capital intentando avanzar aunque sea los rudimentos de un nuevo metabolismo económico-social, sin esperar a que esté definido el “tempo” y la forma precisa en que se planteará la ineludible “cuestión del poder”. De igual modo, debemos saber que la necesaria lucha por la expropiación del gran capital, no reemplaza
ni constituye el único terreno en que debe combatirse la división social jerárquica del trabajo y el paradigma productivo-tecnológico-cultural del capitalismo. Queremos terminar con la explotación del hombre por el hombre, pero también con la agresión a la naturaleza, construyendo relaciones sociales en ruptura con el patriarcalismo, la alienación y los fetiches del capital. ¿Por dónde empezar? ¿Qué es lo determinante?
¿Cuál “sujeto” sociopolítico? No existen respuestas a priori: las respuestas correctas deberán ser “fabricadas”, atendiendo a las contradicciones del conjunto del sistema, el desplazamiento de sus crisis y los vaivenes de la lucha de clases. Según David Harvey, “podemos empezar por cualquier parte y en cualquier momento y lugar, ¡con tal de no permanecer en el mismo punto donde comenzamos! La revolución tiene que ser unmovimiento en todos los sentidos de esa palabra. Si no podemos movernos en y a través de las distintas esferas, en último término no iremos a ningún sitio”.
La revolución tiene que ser un movimiento en todos los sentidos de esa palabra. Encuentro en la lectura de este libro una confirmación de tal sentencia.
 
Aldo Casas, junio de 2013
 

Encontrá lo que buscás