Del prólogo de Horacio Tarcus
Las memorias de Juan Pundik cuentan la historia de una vida y una serie de vidas envueltas en el despliegue de ese mito apasionante que fue la Revolución Latinoamericana de los años 60 y 70 del siglo pasado. Todos y todas, hombres y mujeres, dirigentes y dirigidos, en mayor o menor medida aparecen comprometidos, o si se quiere atrapados en una trama que siempre los excede. Por eso, no hay en estas memorias un tono de ajuste de cuentas con el pasado, ni de reproche con los viejos dirigentes. Nahuel Moreno aparece como un líder carismático, lúcido pero también errático, entregado a su causa y al mismo tiempo inescrupuloso. Los compañeros de militancia que se comprometían en empresas que el autor no compartía, como el entrismo en el peronismo o el apoyo a la lucha armada, son retratados con cariño y comprensión. Juan Pundik presenta perfiles entrañables de algunas figuras claves de aquellos años, como el Vasco Bengochea, Lito Feldman, Milcíades Peña o Tato Pavlovsky. Aunque no comparte la ideología del peronismo, John William Cooke y Alicia Eguren son retratados con generosidad. Podríamos decir que son memorias amables, un relato de tiempos intensos, riesgosos y felices. O todo lo felices que pueden ser unas vidas que se ven envueltas en una tragedia que a partir de 1974 se cobrará la vida de buena parte de una generación. Autor:
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