26/12/2024
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Introducción de Antonino Infranca y Miguel Vedda
Traducción de Miguel Vedda.
Buenos Aires: Ediciones Herramienta, 2014, 288 páginas
La adhesión de Lukács al marxismo, a fines de 1918, implicó un cambio radical en las concepciones del filósofo, tanto en la naturaleza de sus inquietudes como en su enfoque. Sin embargo, es posible encontrar elementos de continuidad entre su producción juvenil premarxista y los textos que comienza a escribir tras su incorporación a las filas del comunismo. La esperable pervivencia de dichos elementos y su paulatino abandono son algunos de los aspectos que pueden leerse en Táctica y ética. Escritos tempranos (1919-1929).
Aunque con diferentes modulaciones, la cuestión ética ha sido una constante en la totalidad de la obra de Lukács. Tal preocupación se hace evidente en varios de los trabajos editados. En el ensayo que inaugura la compilación Táctica y ética (1919), el problema de la relación entre fines y medios en el campo de la acción revolucionaria aparece asociado a tres conceptos: conocimiento, responsabilidad y sacrificio. Para el joven Lukács, la acción moralmente correcta se encuentra regulada, por un lado, por “el conocimiento correcto de la situación histórico-filosófica dada” (p. 37); por el otro, por el compromiso de cargar con la responsabilidad individual por cada vida humana que se pierda en nombre de la liberación del hombre. La comprensión correcta y la acción responsable, empero, no implican siempre y en toda circunstancia una decisión moralmente intachable: existen en el destino humano situaciones trágicas en las cuales no es posible actuar sin cargarse de culpa. En esas situaciones, señala Lukács, el único parámetro posible para determinar una acción correcta y una incorrecta es el sacrificio del alma: “solo el crimen realizado por el hombre que sabe firmemente y fuera de toda duda que el asesinato no puede ser aprobado bajo ninguna circunstancia, puede ser –trágicamente– de naturaleza moral” (p. 38).
Si en “Táctica y ética” la relación con la obra juvenil de Lukács se advierte, ante todo, en el tono místico y abnegado de las afirmaciones y en la recuperación de conceptos del inconcluso “Proyecto Dostoievski” (ante todo, los de culpa y sacrificio de la pureza subjetiva), en “La misión moral del Partido Comunista” (1920) dicho vínculo puede apreciarse en la confianza inquebrantable que su autor deposita en el poder de la ética comunista en tanto fundadora de una nueva humanidad. Allí, reflexionando sobre un folleto de Lenin donde se impulsan jornadas de trabajo voluntario conocidas como “sábados comunistas”, Lukács afirma que iniciativas de esas características “no son en absoluto actos institucionales del gobierno soviético, sino actos morales del Partido Comunista” (p. 96; itálicas del autor) mediante los cuales se educa a los hombres en la libertad y la autodisciplina. Y es que, para el autor, “[l]a transición de la sociedad vieja a la nueva no significa [...] una transformación puramente económica e institucional, sino también una transformación moral” (p. 97; itálicas del autor).
La imposible reconciliación entre los ideales del individuo y el mundo que vertebrara su análisis de la “épica grande” en Teoría de la novela (1914-15, publ. 1920) adopta, en sus primeras indagaciones marxistas, la forma de un subjetivismo despreocupado por la legalidad inherente a lo real y, en consecuencia, un riesgoso voluntarismo político. En “¿Qué es marxismo ortodoxo?” (1919) –primera versión del ensayo que, años después, integrará modificado y ampliado Historia y conciencia de clase (1923)–, Lukács discute contra el oportunismo de los marxistas vulgares al tiempo que recusa cualquier forma de Realpolitik. Frente a los que esperan de la realidad orientación para la intervención política, Lukács argumenta que, para un revolucionario, “la decisión precede al hecho” (p. 54). El ensayo se cierra con una sentencia característica de esta etapa izquierdista del filósofo: ante la enumeración de “hechos” que contradigan la inminencia de la revolución, todo marxista ortodoxo responderá junto con Fichte: “Tanto peor para los hechos”.
Pese a lo señalado, puede advertirse en los textos de fines de la década del veinte un intento de superación por parte de Lukács de los rasgos de voluntarismo y subjetivismo a los que hicimos referencia. Como ejemplo puede tomarse el escrito “Moses Hess y los problemas de la dialéctica idealista” (1926), donde Lukács avanza en su crítica filosófica de aquellos intentos de aplicar a la realidad determinaciones intelectuales que no han nacido ellas mismas del proceso histórico. Para el filósofo, esas tentativas de “reconciliación” solo consiguen violentar la realidad. De modo similar, ya en el plano de la praxis revolucionaria, un ensayo de articulación adecuada de las tendencias de la realidad con la intervención política puede encontrarse en las “Tesis de Blum” (1928-1929), informe elaborado bajo ese pseudónimo por Lukács a propósito de la situación política y económica húngara. Aunque es necesario destacar que en el escrito puede aún advertirse cierta cuota de sectarismo –nos referimos al hecho de que, producto de la adhesión de Lukács a la teoría del “socialfascismo”, la socialdemocracia es caracterizada como “sostén fundamental del fascismo” (p. 284)–, la elaboración del concepto de “dictadura democrática” presente en las tesis coloca al filósofo por encima de la política ultraizquierdista que había lanzado la III Internacional en su VI Congreso (1928). La dictadura democrática es entendida por Lukács como “la transición concreta a través de la cual la revolución burguesa se transforma en la revolución del proletariado” (p. 276). En el momento puntual de reflujo revolucionario en Europa y ascenso del fascismo, la dictadura democrática significaba, como puede observarse, la posibilidad de ganar tiempo, crear formas organizativas de masas y disputar el poder político a la burguesía en el marco de la democracia burguesa. Las tesis, que discutían más o menos abiertamente contra la consigna de insurrección inmediata y dictadura del proletariado sostenidas por la fracción de Béla Kun, fueron duramente criticadas y su autor relegado de la vida política. El tiempo –y el contundente triunfo del fascismo que siguió al sectarismo de la política soviética– habría de darle la razón a Lukács años después.
Los numerosos artículos y reseñas que completan el volumen Táctica y ética. Escritos tempranos (1919-1929) configuran, junto con Historia y conciencia de clase, un panorama abarcador del marxismo del joven Lukács. Asimismo, permiten percibir las sucesivas revaluaciones que el filósofo realiza sobre su pensamiento y el tránsito hacia sus formulaciones de madurez.
Juan Manuel Rodríguez Lorenzini
Consejo de Redacción de Herramienta