29/03/2024

Memoria y utopía en México. Imaginarios en la génesis del neozapatismo. Prólogo de John Holloway a la edición mexicana

"La miseria religiosa es, por una parte, la expresión de la miseria real y, por otra, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado de alma de un mundo desalmado, porque es el espíritu de los estados de alma carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo."

Karl Marx

 

A menudo es la última frase del famoso pasaje de Karl Marx, que forma parte de En torno a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, la que concentra nuestra atención. Pero tal vez deberíamos enfocara más a las frases iniciales de ese pasaje. ¿Qué hacemos con el suspiro de la criatura agobiada? ¿No le prestamos atención? ¿Lo condenamos como algo reaccionario? ¿O lo respetamos como un suspiro en contra de la opresión? Respetar no en el sentido de no ponerlo en tela de juicio, sino en el de intentar entenderlo y, así, de ir más allá. El suspiro de los oprimidos, por confuso y contradictorio que sea, es, de modo inevitable, el punto de partida de la lucha, la base de la esperanza con vistas a un mundo mejor.

La relación entre lucha y religión es una relación que se mueve en ambas direcciones. La religión se filtra en la lucha por el cambo radical, proporcionándole muchas veces su color y su imaginario. Y al revés: la lucha por el cambio revolucionario se introduce en el campo de la religión, llega al núcleo de los debates teológicos, penetra las luchas que se desarrollan al interior de la Iglesia (o las iglesias). ¿A dónde nos lleva el suspiro de la criatura agobiada u oprimida? ¿Hacia la felicidad o la realización después de la muerte, o hacia la transformación del mundo y la superación de las relaciones de opresión? ¿Nos hace soñar en Dios-en-el-cielo o nos hace ver que nosotros somos los únicos dioses? Ésta no es, simplemente, una tensión externa entre la religión, por un lado, y la revolución, por otro. También se hace presente como una tensión interna a la religión y a la revolución, una que toca el significado mismo de Dios y el significado mismo de revolución. ¿Pensamos en Dios como un ser externo o lo vemos simplemente como la conceptualización de nuestra propia humanidad potencial? ¿Pensamos en la revolución como algo que nos daría un líder (o un partido) nuevo, o la vemos como la realización de nuestra autodeterminación colectiva? La realización de Dios es la abolición de Dios. El suspiro de los oprimidos apunta hacia su propia superación.

En ningún lugar están más presentes estas cuestiones que en el levantamiento zapatista de Chiapas. Y ése es el gran mérito del libro de Fernando Matamoros, Memoria y utopía: centrar la atención en este aspecto descuidado de esta insurrección, en la compleja relación entre la Iglesia católica, la teología de la liberación y el movimiento zapatista. La contradictoria relación entre la Iglesia y la resistencia indígena está presente desde los tiempos de la Conquista española, y muestra que la Iglesia no ha sido simplemente un instrumento de dominación, pues la lucha contra la opresión siempre ha estado en el centro de los debates teológicos y, asimismo, la religión siempre ha formado parte de la lucha contra la opresión. Este entretejido que han armado religión y lucha ha sido, sin duda alguna, uno de los elementos que explica la profunda resonancia que ha alcanzado la lucha zapatista no sólo en Chiapas sino, en general, mucho más allá de las fronteras de este estado. El libro de Fernando Matamoros nos hace el gran servicio de introducirnos a este mundo de caminos complejos que se entrecruzan.

Para mí, pues, es un placer escribir esta nota breve, no sólo por el tema y la calidad del libro, sino también porque veo con gran agrado que Fernando Matamoros se haya incorporado al Seminario sobre Subjetividad y Teoría Crítica del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Su presencia extiende y profundiza nuestras discusiones, que regresan en forma constante e inevitable al levantamiento zapatista y su significado: a la búsqueda de un camino hacia adelante, a un cuestionarse sobre los caminos de la dignidad.

Puebla, enero de 2005

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