Praxis, Brasil, 2009.
Las relaciones sociales del trabajo constituyen a las sociedades contemporáneas, no sólo al “capitalismo industrial” o la “sociedad salarial”. Este libro realiza aportes para el estudio del trabajo en sus formas novedosas, con estudios de caso de países latinoamericanos, principalmente Brasil y Argentina, aunque también en Bolivia. Foucault es una herramienta útil de lectura para las transformaciones en curso. En efecto, la cuestión de los dispositivos de poder disciplinario es una de las líneas analíticas que recorren los estudios del libro. En el libro se complementa con el análisis de la explotación capitalista, los mecanismos hegemónicos y las metamorfosis en el metabolismo social del trabajo capitalista. Como una cuarta línea conceptual, se destaca la experiencia objetiva y subjetiva de los trabajadores en estos contextos novedosos. Edward Thompson completa a Foucault, Marx, Gramsci y Antunes. El libro sugiere que su combinación contribuye a una agenda renovada en la sociología del trabajo. Esto conlleva una toma de posición. Los discursos legitimadores son puestos en el banquillo de los acusados. Las ideologías modernizadoras ocultan el poder, la dominación, la explotación. La perspectiva del libro aporta a la resistencia de los trabajadores y a otra concepción social de las relaciones laborales.
Un breve repaso de la situación sobre los estudios laborales en la Argentina reciente puede ser el marco donde destacar el aporte del libro. Es de recordar que en los años 90 el campo ideológico y académico dejó de lado la cuestión del trabajo, ya que se consideraba que formaba parte del pasado muerto. Por ejemplo, un destacado sociólogo argentino compara la etapa menemista con la Segunda Modernidad definida por Ulrich Beck a partir de la globalización, individualización, nuevas tecnologías y la merma del trabajo asalariado. Este análisis no especifica el tipo de estructura socioeconómica específica, precisamente porque afirma que en el período actual la sociedad desplaza su centro en la producción, arquetípicamente industrial, hacia una configuración cultural fragmentada. Un rasgo común en los textos del libro, aún en los capítulos más marxistas, es que la reafirmación del trabajo no pasa por una abstracta contraposición de la economía estructural a la cultura. Más bien, la fecundidad del análisis de lo laboral pasaría por la crítica de los nexos sociales y culturales de las relaciones sociales de producción o del mundo del trabajo.
Siguiendo a R. Antunes, los hombres existen socialmente en la medida en que colectivamente producen y reproducen sus formas materiales de vida, que les vinculan activamente con su medio natural de manera directa e indirecta. La actividad laborante es una mediación constituyente de este metabolismo, actividad que muta en sus formas históricamente. Una respuesta entonces a las tesis de la desaparición del trabajo es reafirmarlo en la manera en que aparece de una manera distinta en el capitalismo actual, en su metamorfosis. La mayoría de los estudios da una respuesta original a la cuestión de las transformaciones sociales laborales. Aquí se propone vincular el trabajo con las dimensiones del poder, de la dominación, de la subjetividad, de la resistencia y el conflicto de clases. El libro abona en distintos cambios: la experiencia de la precarización, la disciplina y control laboral, el conflicto laboral y la acción colectiva sindical. Estas temáticas se siguen en estudios de casos, de empresas o sectores laborales específicos en la mayoría de los 15 capítulos.
Así podemos destacar las figuras de una nueva experiencia de la precarización en Brasil, que se corresponde con cambios en la conflictividad laboral en los 90. ¿Cómo viven y definen su situación precaria los trabajadores precarizados? ¿Cómo las nuevas condiciones económicas de acumulación del capital configuran las modalidades de la protesta de los trabajadores en Brasil y en Argentina? La precarización no conduce a la desaparición del trabajo asalariado sino a una nueva experiencia de las condiciones modificadas en las relaciones asalariadas. Aún así, afirma G. Alves, estas condiciones no dan lugar a una conciencia de clase adecuada. Otro estudio sobre relaciones precarias, el de P. Lenguita, se propone conceptualizar al “teletrabajo”. Aquí se introduce un enfoque histórico, remontarse al trabajo a domicilio, para categorizar una forma de actividad que surge en los años 70, potenciada por las nuevas tecnologías de la comunicación. El descentramiento en la unidad de producción es una estrategia empresarial para maximizar la explotación, a través de la precarización del contrato laboral, la atomización espacial, y la ausencia de derechos laborales colectivos. Ejemplo de actividades económicas laborales nuevas es el de los profesores de Fitness en Brasil, estudiado por De Azeredo. Este sector sigue las líneas de análisis del capital de Marx, incluyendo la formación de grandes empresas, el control del trabajo vía tecnología, y la contratación laboral precaria. R. Araujo localiza un grupo específico de trabajadores, los “jóvenes adultos flexibles”, en el sector metalúrgico brasileño. Dice que desde la perspectiva del Gramsci de “Americanismo y fordismo” este nuevo trabajo flexible es parte de una nueva forma de ser, hegemónica del capital. “Una nueva hegemonía contemporánea anclada en el trabajo flexible no distingue, sino que intenta incorporar todos los espacios de la vida social, de la existencia humana propiamente dicha” (p. 245).
Un segundo grupo de estudios trata de la disciplina y control empresario de los trabajadores en los espacios directos de trabajo. El disciplinamiento es analizado en términos de dispositivos de saber, a través de los que se ejerce el control. La crítica desde la pedagogía, sostiene C. Figari, constituye un aporte en la medida que estos dispositivos se trazan desde la transmisión de saberes dentro de las empresas. J. Montes Cató realiza una amplia presentación bibliográfica de la temática de las relaciones de poder, control y resistencia en los espacios de trabajo. Destaca como aporte la categoría de subsunción, proveniente de la tradición marxista de la dialéctica del capital, pero ampliada como subsunción social global. T. Aillón hace un estudio de caso en empresas petroleras bolivianas desde la perspectiva marxista de la organización de los procesos de trabajo, que destaca el carácter contradictorio de las nuevas formas de control toyotista. Estas permiten un mayor control sobre los trabajadores, pero la precariedad laboral limita el involucramiento, así como la subcontratación genera interferencias que mellan la productividad de conjunto. M. Hernández y C. Busto desmenuzan en forma analítica y empírica a la vez la doble forma de organización del proceso productivo automotriz. El sistema toyotista de organización se impuso en Ford Motors Argentina desde mediados de los 90 reconfigurando la disciplina laboral, sin por ello modificar la línea de producción. La formación de grupos de calidad y control laboral introducen la disciplina en forma interiorizada. Esta estrategia empresaria es invisibilizada también por la estrategia sindical, haciendo que las resistencias obreras sean más bien de carácter evasivo, antes que tendientes a la acción colectiva contenciosa de parte del colectivo trabajador.
Un tercer grupo de estudio trata de movimientos obreros específicos y olas de conflictos recientes. Se presentan los casos de los trabajadores petroleros de la privatización de los 90, comparados con la reconversión metalúrgica en Villa Constitución (N. Gingier y H. Palermo), los metalúrgicos del ABC paulista (A. De Moura), el movimiento sindical democrático y combativo del Subterráneo porteño (P. Ventrici) y la ola de conflictos en Argentina en la etapa kirchnerista (P. Varela). Las cuestiones de la precarización y las nuevas problemáticas económico-laborales son tratadas de manera desigual.
De la comparación de los distintos apartados del libro nos preguntamos: ¿En qué medida la acción colectiva de los trabajadores/as confronta con las distintas formas de precarización y/o las nuevas formas de control empresario? Esto es claro en el caso de Subterráneos estudiado por P. Ventrici, aunque a nivel nacional podríamos decir que no resulta tan generalizado. Asimismo se pone en cuestionamiento el alcance (y contenido) de la politización de la acción gremial, según lo formulan N. Gingier y H. Palermo. P. Varela mira en el proceso de los conflictos laborales de los últimos años en Argentina una repolitización protagonizada por las bases en los establecimientos. Este diagnóstico identifica elementos para una revitalización sindical en la Argentina que supere las viejas estrategias sindicales economicistas.
Este balance sobre la relación entre las estrategias de mutación del capital y la acción colectiva de los trabajadores está por hacerse todavía. El libro propone claves analíticas basadas en estudios de caso. Sus nociones centrales han sido presentadas grosso modo en esta reseña breve. Pero también estos conceptos pueden usarse como categorías de crítica práctica de parte de los nuevos colectivos de trabajadores, del “movimiento de la crítica”, tal como sostiene C. Figari. Gramsci se eleva con gran influencia en los estudios publicados aquí. Escribió, discutiendo sobre las leyes científicas, que “realmente se prevé en la medida en que se obra, en que se aplica un esfuerzo voluntario y por tanto se contribuye a crear el resultado previsto”. El análisis crítico de las relaciones laborales capitalistas contemporáneas, fungiría como un momento de una realidad objetivada, aunque contradictoria.