23/11/2024
Por Lucita Eduardo
¿Se puede no pagar la deuda?, hoy tanto el oficialismo como la oposición acuerdan que no existe esa posibilidad. Argentina ha contraído una deuda cuestionable, que todos los analistas consideran impagable en un horizonte real. A pesar de esta resignación, tras la derrota de las PASO, surgieron voces planteando el «No pago de la deuda», incluso dentro de FdT fue la consigna del acto del domingo en el día de la Lealtad. La carta de CFK o las palabras de Máximo Kirchner hacen alusión a los costos políticos de negociar con el FMI. En los últimos meses, las negociaciones para llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) han sido prioridad. Se trata un acuerdo a 10 años que pocos creen que se cumplirá. Este año Argentina pagará vencimientos por casi 5 mil millones de dólares pero en el 2022 y 2023 deberá afrontar pagos por 19.500 millones anuales. Para hablar de estos temas conversamos con Eduardo Lucita, integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).
.
-¿Eduardo, es impagable la deuda?
Desde la Autoconvocatoria por la Suspensión de los Pagos e Investigación de la Deuda lo hemos dicho desde un primer momento, apenas asumió este gobierno e inició las negociaciones con los bonistas privados, que la deuda era impagable, que había que suspender los pagos e investigarla.
El gobierno fue por otra dirección, reestructuró la deuda con los bonistas y fondos de inversión y ahora va por un acuerdo con el FMI a diez años, con cuatro de gracia. Si tenemos en cuenta estos vencimientos con el Fondo, más los pagos ya acordados con los bonistas privados, más lo que se acuerde con el Club de París, más la negociación con otros organismos internacionales que en general se refinancian pero algo siempre hay que pagar, y sin tener en cuenta las deudas provinciales, habría que pagar alrededor de 10 mil millones por año, podrá ser un poco más o un poco menos pero la cifra es de ese orden. Hay que preguntarse cual tiene que ser el saldo de la balanza comercial para que queden de remanente 10 mil millones de dólares para pagar la deuda. Al mismo tiempo cuanto tiene que ser el superávit fiscal primario para que quede un excedente de pesos tal que permita comprar ese monto de dólares que necesitas para pagar. Es difícil que la balanza de pagos te deje un saldo favorable de 10 mil millones de dólares porque la balanza de pagos no incluye solo comercio exterior, sino también pagos de dividendos, royalties y patentes, turismo y los pagos de las provincias etc. Aun acordando con el FMI es impagable y es muy probable que en el cuarto año del nuevo acuerdo estemos renegociando la deuda otra vez. Y el peligro es que entremos en un sendero como el de Grecia, que renegoció deuda una y otra vez en condiciones cada vez peores.
Acá no se ve otra salida, porque no se ve que la economía argentina tenga otro período de crecimiento a tasas chinas. Este año va a crecer el 8%, pero porque el año pasado se cayó un 9.5%. Ni siquiera estamos recuperando totalmente lo caído. Para el año que viene, las mejores estimaciones dicen que se podría crecer hasta un 4%. Supongamos que suceda esto, pero para los próximos 5 o 6 años el crecimiento va a ser de 2,5 o 3%, lo que no genera los excedentes necesarios.
Por otra parte, como contrapartida del acuerdo, el FMI va a exigir un programa descendente del déficit fiscal primario. No es que va a exigir para el año que viene un déficit cero pero sí va a presionar durante estos años para acercarse a cero para el 2026. Y como mínimo va a presionar para un ajuste de tarifas y el tema de la brecha cambiaria y el tipo de cambio.
-¿Como vienen las negociaciones hoy y que busca el gobierno?
Se está negociando un acuerdo a 10 años con cuatro de gracia. Hay una contradicción entre el kirchnerismo duro y Guzmán por los tiempos en que se debiera firmar el acuerdo. El ministro estaba apresurado por hacer el acuerdo para ahorrarse estos dos pagos de 1885 millones, uno que acaba de pagar y otro que tiene pautado para diciembre. También restan pagar al FMI casi 400 millones en intereses en noviembre. En el estado que está la economía argentina, ahorrarse 3600 o 3700 millones de dólares es importante, pero finalmente se pagarán con los Derechos Especiales de Giro (DEG). Se está negociando también una baja de las sobretasas, porque la tasa del FMI normal es del 1,05% anual, pero en el caso argentino los atrasos nos llevan a pagar casi un 4%. Si se reducen significará un ahorro de alrededor de 900 millones por año, que no es poca cosa pero tampoco cambia el amperímetro de la deuda. Al mismo tiempo dicen que se está negociando un subsidio del FMI de alrededor de 5 mil millones, es decir que lo que pagamos ahora lo devolverían. De concretarse sería un alivio momentáneo que aumentaría la deuda a futuro. De todas maneras, en los últimos días y luego de los resultados electorales de las PASO y los problemas de la directora ejecutiva del Fondo, la discusión está estancada y se rumorea que finalmente no habría acuerdo y que Argentina entraría en la categoría de deudor atrasado, que sinceramente no se bien qué significa, pero es claro que el FMI no quisiera declarar el default en marzo del año entrante.
-¿Es la deuda un problema estructural en el país?
Hay que tener en cuenta que desde 1976, más allá de los planes Brady, Canje, Mega-canje y la Reestructuración de 2004, en los últimos 40-50 años la deuda siempre reaparece para condicionar la economía, siempre son arreglos transitorios a los que se llega para tapar las crisis, que en lugar de resolverlas terminan agudizándolas. Esto es que condiciona el desarrollo de las fuerzas productivas, impide la acumulación de capitales para generar un desarrollo endógeno, el crecimiento del país, poder tener una política más autónoma de los poderes mundiales, que permita el desarrollo, la creación de empleo, una política más distribucionista e inclusiva. La deuda es el cáncer que década tras década se come los excedentes económicos que genera la Argentina.
Una característica desde la primera crisis del peronismo de los años 50 en adelante es que ninguna fracción burguesa que asumió el poder político, incluso las que asumieron a través de poderes militares, logró desenvolver las fuerzas productivas durante 10-15 años consecutivos. Este es el fracaso de la clase dominante argentina. Si en los años 70 teníamos una desocupación que no llegaba al 4% y un 6 o 7 % de pobreza, hoy tenemos 40% de pobreza y una desocupación 10-11%. El valor de la fuerza de trabajo se ha desvalorizado, hay una caída estructural de los salarios y así y todo la voracidad del capital no se detiene. Todas las teorías de la responsabilidad social empresaria son palabras al viento. El capital maximiza sus ganancias en cualquier momento y en cualquier condición. Veamos ahora que con la crisis que padecemos, los niveles de desocupación y caída de salarios estamos con 50% de inflación y en alza. Los que más suben son los alimentos y la vestimenta. Vemos esa voracidad en la oposición empresarial y el congelamiento de precios muy acotado que intenta poner el gobierno. En una pulseada que es fundamental para el futuro inmediato.
-¿Se puede no pagar la deuda?
En los años de Alfonsín hubo más de 30 meses en que no se pagó. También en la crisis del 2001, que fue muy profunda y extensa, con una clase dominante siguió siéndolo pero había dejado de ser clase dirigente. Durante tres o cuatro meses no había quien dirigiera el país y, aunque eso finalmente se reacomodo, las fuerzas sociales no estaban en condiciones de asumir el poder y la burguesía ocupó ese vacío. En este escenario Adolfo Rodríguez Saá declaró la suspensión de los pagos de la deuda privada, no la deuda con los organismos internacionales que en ese entonces era muy baja y se siguió pagando. Esta suspensión duró 38 meses y no vinieron los marines y no pasó nada grave. Al contrario, el Estado se recompuso. Esa medida, junto con la macro devaluación de Eduardo Duhalde, recompuso la tasa de ganancia de los capitalistas y benefició ampliamente al gobierno de Néstor Kirchner, cuya tarea principal fue hacer posible que esa tasa de ganancia recompuesta pudiera realizarse, algo que hizo muy eficientemente. Duhalde empezó a hacer políticas activas distribuyendo planes por todos lados, algo que continuó el primer gobierno del kirchnerismo. Empezó a haber superávit fiscal, superávit primario y esto ayudo a la recomposición de la Argentina que después facilitó el famoso crecimiento a tasas chinas por el alza del precio de las materias primas y la revitalización del mercado interno.
Quiero decir con esto que la suspensión de los pagos es perfectamente posible, pero no debe ser una medida tomada en forma aislada, sino que debe ir acompañada de un conjunto de medidas que permitan que el Estado controle el comercio exterior, los movimientos bancarios y la tasa de interés.
-¿Por qué suspensión?
Cuando uno plantea "suspender el pago de la deuda" es una decisión distinta del "No pago", las conclusiones la final son las mismas, pero la suspensión de los pagos es más política porque se está diciendo: "la suspendo e investigo" porque es probable que en todo este monto de deuda seguro hay algo que hay que pagar (por ejemplo, las cosas que importa el Estado). Las vacunas hay que pagarlas y otras cosas que se importan también. Pero la gran proporción que es financiera, que es deuda sobre deuda, no hay que pagarla. Esa parte hay que investigarla.
Ahora, cuando decís que vas a suspender los pagos te dicen que vas a quedar financieramente aislado, pero ocurre que ya estamos aislados. Nadie nos presta. Sería una locura que Argentina salga ahora a tomar fondos porque nos cobrarían tasas de interés arriba del 15%. Sería explosivo. También te dicen que quedarías aislado comercialmente, pero pensemos que si suspendiéramos los pagos ¿China nos dejaría de comprar la soja y la India el aceite de soja? Es difícil que esto suceda. ¿Brasil dejaría de comprarnos los autos que nosotros fabricamos aquí con la mayoría de partes y equipos que le compramos a ellos? Esto sería un problema para Argentina pero también para la industria automotriz brasilera. Y así hay muchos ejemplos.
También te dicen que podría quedar aislado financieramente el sector privado y esto es cierto, pero al sector privado hay que dividirlo en tres: por un lado las grandes corporaciones multinacionales que se financiarán con las casas matrices no tendrían problema. Están las empresas intermedias que tienen acceso propio a los mercados internacionales de crédito y el sector de pequeñas y medianas empresas que en este caso el Estado tendría que auxiliar con alguna herramienta que le otorgue financiamiento barato. Es decir, la situación no es tan grave como dicen los liberales e inclusive desde el propio gobierno.
-Recientemente Leandro Santoro, el candidato por el Frente de Todos para CABA, alertó sobre hecatombe que significaría no pagarle al Fondo
Claro, eso están diciendo todos. Incluso Carlos Heller, el banquero "guevarista" que asegura que para lo único que serviría una investigación de la deuda es para meter preso a alguno pero que solo sería algo abstracto porque más allá del resultado de la investigación la deuda igual se debería pagar. Todo el sistema está con ese discurso. En el Congreso funciona lo que nosotros llamamos "el partido de la deuda", salvo los dos o tres diputados de la izquierda que se oponen al pago, el resto son todos pagadores seriales. Cuando se trata de pagar levantan las dos manos.
Ahora, claro, el camino de la suspensión o no pago de la deuda no es un camino sin conflictos. Una cosa es ir al no pago porque te lo impone el mercado como sucedió con Rodríguez Saá. Y otra cosa es una suspensión de los pagos ordenada producto de una decisión política y en donde vos sabes que tenés que tomar un conjunto de medidas en paralelo para que no se disparen números y te hagan una corrida cambiaria. La explicación que da Santoro sobre no pagar está tomada como una medida aislada. Lo primero que hay que hacer es buscar meter mano en los bancos. Lo primero que se debe hacer es nacionalizar los depósitos en los bancos. Esto sería lo mismo que hizo el primer peronismo en aquellos años, la banca toma fondos por cuenta y orden del BCRA y da crédito pero desde el Banco Central se regula, se dice cómo prestarlos, a quién prestar y a qué tasa. Es decir, no se invade la propiedad privada de la banca pero es el Banco Central quien ordena. Lo segundo sería intervenir en el comercio internacional, que hoy es un colador en el que se va plata por todos lados. Un ejemplo de esto son las últimas restricciones que debió fijar el Central porque los empresarios que supuestamente están en malas condiciones han anticipado compras de importación por cuatro o cinco meses y han hecho pagos de cosas que no saben si van a importar. Y desde el punto de vista de las exportaciones escuchamos al productor agropecuario kirchnerista Pedro Peretti, que planteó que hay que poner una balanza una cuadra antes en cada puerto, porque no hay control en los puertos, que son privados, de los tonelajes que se exportan. De la misma manera, cuando se le cobran impuestos a las petroleras que se hacen solo por una declaración jurada en donde nos dicen cuánto produjeron y que nadie puede comprobar. La realidad es que el Estado no controla nada y si vas a una medida fuerte como el no pago o suspensión de pago de la deuda tenés que acompañar con medidas para evitar una escalada de dólar, etc.
-¿Como viene la autoconvocatoria por la suspensión del pago e investigación de la deuda?
Venimos realizando actividades de difusión y de denuncia. No solo en Capital sino también en distintas provincias. La Autoconvocatoria está recibiendo muchas adhesiones desde el interior del país, de grupos que se están dando cuenta de la gravedad de la situación y se está organizando una doble actividad: una jornada de difusión para el 28 de este mes y una marcha para el 4 de noviembre. Se está discutiendo en estos momentos e incluso hablando con sectores del FdT que se manifestaron el domingo con el lema del "No pago al FMI". Si son consecuentes se tienen que sumar para hacer actividades en conjunto. Es una lucha larga y difícil pero que vale la pena porque en ella se juega el futuro de varias generaciones.
(Nota originalmente publicada en Anred)