23/11/2024
Por Mangiantini Martín , ,
Buenos Aires, Siglo XXI Editora Iberoamericana, 2007, 397 páginas.
Desde fines del siglo XIX y hasta la llegada del peronismo al poder, el movimiento obrero argentino fue protagonista de luchas trascendentales. En aquellos años, este sector se retroalimentó de diversas corrientes políticas que moldearon su ideología e influyeron en su grado de radicalización. Dentro de ese bagaje de ideas que aportaron el anarquismo, el socialismo y el sindicalismo, están también las que animó el comunismo en la primera mitad del siglo XX. Teniendo presente tal contexto histórico, el historiador Hernán Camarero se propone responder básicamente dos preguntas: ¿cuándo y por qué el Partido Comunista de la Argentina (en adelante, PCA) se convirtió en una corriente con peso en el movimiento obrero local? ¿Cómo logró esa inserción? El autor se aboca al estudio del PCA entre 1920 y 1935 y su inserción en la clase obrera, particularmente en el naciente proletariado industrial. El eje de la investigación se coloca en el denominado mundo del trabajo y, en este caso, busca analizar por un lado, la influencia comunista en las luchas obreras por mejoras materiales y en la construcción de herramientas sindicales y, por otro lado, el rol del PCA en la denominada cultura obrera, es decir, aquellas construcciones que si bien parten de lo político, apuntan a la instrucción, la recreación y la sociabilidad de los trabajadores.
Camarero expone dos hipótesis relacionadas entre sí. En primer lugar, afirma que la inserción del PCA en la clase obrera argentina durante el período de entreguerras fue genuina y que la influencia obtenida fue relativamente inmune a los vaivenes del partido siguiendo los cambios ideológicos del comunismo a nivel internacional (la táctica del frente único, la estrategia de clase contra clase, la adopción del frente popular). Esto se debería a que no fue la estrategia política emanada desde la Internacional Comunista lo que posibilitó su inserción en la clase obrera, sino más bien el tipo de práctica y de intervención militante que le permitió, además, sobrevivir tanto a la represión externa como a las crisis y rupturas internas. En segundo lugar, Camarero afirma que existía en la Capital Federal y en el Gran Buenos Aires un contexto propicio para la aceptación de las ideas comunistas debido al crecimiento numérico de los trabajadores industriales, a una fuerte presencia inmigratoria y a una precarización laboral tal que hacía de este sector social un terreno fértil para la concientización y organización.
Atendiendo a los dos aspectos del mundo del trabajo que analiza el autor (la lucha sindical y la cultura obrera) la obra puede dividirse en dos grandes bloques. En uno de ellos, el autor analiza la inserción del PCA en el proletariado industrial y la táctica organizativa utilizada para ello, con la llamada estructura celular y los periódicos editados para ámbitos fabriles. También se describen aquellos sindicatos fundados o impulsados por el PCA y otros ámbitos gremiales en los que el comunismo debió disputar con otras corrientes ideológicas. Una virtud de la investigación es la reconstrucción de conflictos en que tuvo peso el PCA hasta ahora escasamente tratados: conflicto petrolero de Comodoro Rivadavia (1932), las huelgas de la carne con la figura del dirigente comunista Peter o las victoriosas luchas de la construcción (1935/1936). La experiencia de una central sindical propia, la CUSC (Comité de Unidad Sindical Clasista) en disputa con la naciente CGT también tiene un lugar preponderante en el relato. En el otro bloque, Camarero analiza la inserción del PCA a nivel de la cultura obrera. Resulta atractivo el relato sobre cómo el comunismo impulsaba diversas actividades para la instrucción y el tiempo libre del obrero. En este sentido, se analizan aquellos emprendimientos culturales como las bibliotecas obreras o los intentos de formar escuelas propias, la política pensada hacia los niños o el rol de los intelectuales y artistas de la organización generando así, según el autor, una subcultura propia dentro de la cultura obrera en general. Paralelamente, se describe una política partidaria que buscaba insertarse (mediante las secciones idiomáticas o las publicaciones en otras lenguas) en aquel sector obrero proveniente de la inmigración, acorde a una visión cosmopolita de la organización.
La principal virtud de esta investigación reside en el minucioso trabajo de lectura y análisis de archivos. Camarero analiza un gran bagaje de documentación interna del PCA y una elevada cantidad de publicaciones dirigidas o influenciadas por este partido, ya sean diarios legales, periódicos clausurados, publicaciones realizadas para las fábricas o para grupos de inmigrantes, ediciones de bibliotecas populares y clubes deportivos, etc.
Vale destacar que el autor es meticuloso en cuanto al citado de bibliografía diversa y propuestas de lectura que le permitirán al lector interesado profundizar sobre biografías de referentes del partido, diversos conflictos obreros o incluso conceptos teóricos que no son desarrollados por ser aspectos colaterales al eje de la investigación. En otro orden, resulta de interés el modo en que, a lo largo del trabajo, aparece el paralelismo entre las directivas emanadas desde Moscú y cómo ellas tuvieron repercusión en la táctica y en la orientación político-sindical del comunismo argentino. Por último, dada la decisión de de encuadrar la investigación en el ámbito del mundo del trabajo, queda en el lector la necesidad de profundizar más en cuestiones como las concepciones políticas generales del PCA: caracterizaciones coyunturales de los procesos políticos argentinos de cada etapa, teorías políticas elaboradas, visión sobre la construcción partidaria o análisis del contexto internacional, por ejemplo sobre el rol del stalinismo. Son aspectos que deliberadamente no se profundizan y ameritan futuros trabajos apuntados a analizar el proyecto de sociedad y la idea de cambio que esta organización proponía a la clase obrera en la que buscaba insertarse y a la que pretendía dirigir.
Desde el punto de vista historiográfico, esta investigación presenta dos aspectos relevantes. En el campo de los estudios sobre el Partido Comunista argentino, ocupa un lugar diferenciado y privilegiado dado que la bibliografía mayoritaria sobre este partido se inscribió en dos tendencias antagónicas alejadas del academicismo: por un lado, una "historia oficial" carente de toda crítica (Leonardo Paso, Oscar Arévalo) y, en el otro extremo, una historia narrada desde las propias experiencias de ruptura y resentimiento político (Rodolfo Puiggrós, Abelardo Ramos). Camarero en cambio aporta al estudio del PCA una metodología histórica ausente hasta el momento. Además, dentro del campo de los estudios sobre el movimiento obrero, la organización sindical y las disputas entre las diversas corrientes ideológicas en la argentina de entreguerras, el trabajo de Camarero se suma al de autores tales como Matsushita o Iñigo Carrera, quienes incursionaron en la temática con valiosos aportes.
Por último, podría realizarse el siguiente interrogante: ¿contribuye el trabajo de Camarero a la resolución de las controversias acerca de sí el peronismo llegó al poder con el objetivo de frenar un proceso revolucionario en ascenso del cual el comunismo formaba parte? Si bien el trabajo está referido a un período que finaliza en 1935, contribuye a dar una respuesta mediante la descripción de la radicalización obrera y de la inserción de diversas tendencias de la izquierda en esta clase, rasgos que recién se frenarían con la aparición del peronismo y con su dual estrategia de cooptación y represión. El final del trabajo es una importante apuesta a la continuidad de la investigación sobre la historia del PCA en los períodos de la historia argentina subsiguientes, analizado la etapa en la cual, y concomitántemente con la aparición del fenómeno peronista, este partido y la clase obrera tomaron caminos antagónicos.