23/04/2024

Josep, de Aurel, un estremecedor film de animación

Por Revista Herramienta

A finales de 2020 se estrenó Josep, el estupendo  film de animación dirigido por el dibujante e ilustrador Aurel. La vida  de Josep Baroli, graficada en  sus dibujos  durante su reclusión forzada en los campos de concentración en el sur de Francia, es un fresco intenso, doloroso y  atroz. El relato  de la llamada “Retirada”, la huida de miles de republicanos a través de los Pirineos, en el final de la guerra civil española, nos  conmueve y nos remite no solo a una  página silenciada de la historia, nos interpela por   su  vigencia, el drama de millones de inmigrantes, humillados y maltratados, los nuevos parias del siglo XXI. [1]

La guerra civil, la Retirada, el odio y la hostilidad

Poco se habla en Francia y en el mundo, de los campos de concentración construidos a finales de los años treinta del siglo pasado, para encerrar en condiciones infrahumanas a los refugiados españoles que huían de la represión franquista. Un éxodo que tuvo su momento álgido a partir de febrero de 1939 cuando, tras la caída de Barcelona a manos de los franquistas, medio millón de personas emprendieron la huida hacia Francia, lo que se conoce popularmente como “la Retirada”. Los republicanos cruzaron los Pirineos en pleno invierno y en las circunstancias más adversas. Al otro lado de la frontera, los luchadores antifascistas no se encontraron con un Estado que hiciera honor ni a la libertad, ni a la igualdad y  mucho menos a la fraternidad. Por el contrario, la mayoría acabaron hacinados como prisioneros en  campos improvisados, muchos de ellos en las playas de la costa del Rosellón.

               

Llegaron en busca de refugio, de un abrazo, pero se encontraron con el rechazo y la represión  del gobierno conservador del Albert Lebrun y que luego de la invasión nazi, se agudizara bajo el régimen colaboracionista de Vichy, instaurado por el mariscal Philippe Pétain simpatizante del nazismo. Fueron encerrados en  Argelès, Lamanère, Barcarès y Bram. Expuestos al tifus, a la desnutrición y a la muerte. Entre los  exiliados  estaba el poeta  Antonio Machado que logró atravesar la frontera, pero enfermo y a falta de ayuda, murió en un vagón de tren, en el pueblo francés de  Cerbere.

“¡Más españoles de mierda!”. “Anda, suenan las campanas, ¿quién ha muerto? Nadie, un español”. Con expresiones como esta, fueron recibidos quienes enfrentaron al fascismo.

Este horror se mantuvo soslayado durante décadas, a pesar del papel destacado que le cupo a muchos de estos militantes en la resistencia francesa. Se dice que el primer tanque que ingresó a la París liberada llevaba una bandera catalana. De esta historia dan cuenta entre otros, Xavier Berenguel en su libro “Los vencidos” y la escritora  Almudena Grandes en sus relatos. “El corazón helado” e “Inés y la alegría”. La discriminación histórica de la Europa rica ante los ibéricos, españoles y portugueses, fue magníficamente relatada por José Saramago en su irónica novela “La balsa de piedra”.

El tema es de enorme vigencia, la desventura y el sufrimiento  de los refugiados está más presente que nunca, vuelve a poner a Europa delante de su historia y su responsabilidad frente a los parias del hambre y la guerra, que  son maltratados y humillados en su periplo por encontrar una vida digna. Basta recordar el horror de la llamada Jungla de Calais en el norte de Francia, el mayor campo de refugiados de Europa, donde se hallaban hacinados 7.000 migrantes, hasta que fue desmantelado en  octubre de 2016.La xenofobia y el odio no logran ser condenados, recientemente el presidente francés Emmanuel Macron declaró que “No habrá ni arrepentimiento ni pedido de disculpas" por la ocupación de Argelia, ni por la sangrienta guerra de ocho años que puso fin a 132 años de dominio colonial francés. Tampoco hace  ninguna referencia a los crímenes cometidos en Indochina

Josep Bartolí, el artista y el militante

                

Entre los españoles que atravesaron los Pirineos orientales estaba Josep Bartolí, dibujante y escritor catalán, fundador del Sindicato de Dibujantes, y que  durante la Guerra Civil, ejerció de comisario político del POUM, combatió en el frente donde fue varias veces herido. En febrero de 1939, casi al final de la Guerra Civil Española (1936-1939), atravesó la frontera con Francia. A lo largo de dos años, pasaría por siete campos de concentración, el último de ellos el de Bram, de donde se evadió. Detenido por la Gestapo, fue enviado al campo de Dachau, pero en el camino huyó saltando del tren y, tras un largo periplo. Durante meses, vaga por Francia hasta que en 1942 logra subir a un barco en Marsella hacia el norte de África Desde Casablanca, embarca en otro navío en dirección a Veracruz,  llegó a México donde retoma su actividad creativa.

Allí conoce a Frida Khalo con quien vive un apasionado romance, que salió a luz a partir de las 25 cartas que le escribió Frida conocidas recién en 2015 y que Josep guardó celosamente hasta el final de su vida. En su paso por EEUU  formó parte del grupo 10th Street, junto con Willem de Kooning, Franz Kline, Jackson Pollock y Mark Rothko creadores del Expresionismo Abstracto.

               

Durante su dramático recorrido  por los sitios de reclusión Bartolí  decidió dibujar todo lo que veía. Se hizo con una libreta en el campo de Bram y empezó a trazar líneas. La de las alambradas de los campos -como el de Argelès, en la propia playa y que los propios refugiados tuvieron que construir- los contornos de los gendarmes, gordos y feos, la delgadez suprema de los prisioneros, que apenas tenían hogazas de pan que les tiraban desde camiones como si fueran ganado. Eran dibujos  que parecían una mezcla de caricatura, fotografía y arte. Al verlos uno puede sentir la enorme rabia e indignación que lo animaron para realizarlos.

En Campos de concentración, publicado en México 1943 y reeditado en  Madrid en 2007. Este sobre textos del periodista catalán Narcís Molins i Fàbrega, recoge esta  extensa serie documental de dibujos a plumilla sobre su experiencia en los campos de concentración.

Los originales junto a otras obras de Bartolí  ingresaron en el Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona (AHCB) el 13 de noviembre de 1989 por un  convenio por el cual el artista donó a la ciudad un acervo de 116 dibujos.

Bartolí que se negó a regresar a España mientras estuviera Franco, era prácticamente desconocido en su país, hasta que en 1984 el Ayuntamiento de Terrassa, Pcia. de Barcelona, le consagró una retrospectiva. En diciembre de 1995 moría en Nueva York, nacido en Barcelona en 1910, llevaba casi toda su vida en el exilio.

Anna Murià escribió  en el prólogo del libro Conversación con Bartolí (Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1990): “Quien contempla la obra de Bartolí, recibe muchas sugerencias, hace muchas suposiciones. A mí, todas me conducen a ver en él al prototípico hombre del Siglo Veinte. Quizás porque yo soy una mujer del Siglo Veinte. Yo sé qué quiere decir ser del Siglo Veinte. Quiere decir estar hecho de todo lo que he insinuado en las páginas precedentes, quiere decir llevar en el espíritu y los nervios, en la historia personal, todo lo que contiene de amor y odio, de bien y de mal, la obra de Bartolí”.

Josep, la película de animación de Aurel

                

Ha sido otro dibujante, el francés Aurel, ilustrador de Le Monde, quien se ha encargado de recuperar la obra y la memoria de Bartolí a través de una película de animación, 'Josep', uno de los títulos seleccionados para la edición que no fue del Festival de Cannes 2020. Esta coproducción franco-española, en la que participan el  gran actor Sergi López, que le pone voz a Josep en español, francés y catalán,  Aurel se aproxima a Bartolí a partir del punto de vista de un personaje de ficción, un gendarme que entabla amistad con el refugiado catalán a pesar de las directrices institucionales respecto a los prisioneros republicanos y que, ya anciano, narra la historia a su nieto.

Aurel prefiere sintetizar en las figuras opuestas de dos gendarmes, por un lado, la violencia del estado francés para con los republicanos y, por el otro, la voluntad también de buena parte de ese mismo pueblo de ayudar, acoger y convertir en referencia de la lucha antifascista a estos exiliados

Lejos de las prácticas habituales en la animación industrial, Aurel opta por trabajar con técnicas de dibujo tradicional, en consonancia con la obra del propio protagonista, cuyos dibujos van apareciendo a lo largo del metraje. La película se beneficia de la austeridad de recursos que ello comporta. La recreación de la vida en los campos no se lleva a cabo a partir de ese realismo mimético que pretende reproducir hasta el mínimo detalle de la historia invocada sino desde trazos sobrios y una paleta cromática mínima. A través de una gama de negros y de los colores fangosos propios de un paisaje de alambradas, arena y viento, se plasma, sin recrearse en ella, la miseria.de aquellos espacios paupérrimos en que los republicanos languidecían de frío, hambre y miedo. En el  encierro en Francia en el que pasamos gran parte de la película, los trazos y el dibujo llegan a ser oníricos y nos cuentan fantasmas de un pasado ya vivido.

El color llega a la película con el tiempo de las cerezas y, sobre todo, con la posterior huida a México, cuando Bartolí recala en la casa azul de Frida Kahlo y vive un nuevo despertar. El breve epílogo estadounidense da fe de la evolución artística y cromática del dibujante catalán al mismo tiempo que deja constancia de la necesidad de perpetuar su memoria y, a través suyo, la de aquellos que no sobrevivieron a los campos de concentración franceses.

La animación de Josep está muy lejos de parecerse al cine animado que producen los grandes estudios de Hollywood, que desborda en técnicas computarizadas. Por el contrario, Aurel apuesta por una estética técnicamente rústica que destaca los trazos gruesos del lápiz y el crayón, poniendo en evidencia el vínculo estrecho que la película mantiene con la rama más artística de la historieta. La decisión resulta un acierto. No solo por la audacia de aventurarse en un territorio poco transitado por los animadores en el cine, resignando realismo pero ganando en elocuencia, sino porque además parece la apropiada para contar Josep avanza y retrocede sobre una línea de tiempo que no solo da cuenta de la vida de Bartolí de ahí en adelante, sino que también recorre la cronología de acontecimientos históricos que le sirvieron de marco. Los dibujos presentados en el film  en los diferentes momentos de su vida, logran que  la  animación acompañe a Josep a lo largo de todo su viaje y recorrido por el mundo.

La banda sonora, es otro acierto notable, la música adaptada e interpretada por Silvia Pérez Cruz, que  cantan y bailan los refugiados, recrea ese modo de resistir la  deshumanización,  encontrando, a pesar de todo, las maneras de calentar sus almas y sus cuerpos. La música para recordar  la tierra que fueron obligados a dejar,  que se despliega  en contrapunto con el sórdido clima reinante,  es también la esperanza de un regreso sin tiempo. Sobre el final Pérez Cruz entona “Todas las madres del mundo”, un tema basado en el conmovedor poema  “Guerra” de Miguel Hernández

En 2015 en  la inauguración del  Memorial del Campo de Ribesaltes, diez kilómetros al norte de Perpiñán, la vicepresidenta de la región Occitania/Pirineos Mediterráneo, Agnès Langevine, expresó . “Josep es finalmente un hermano, un tío, un camarada… Aquí, en el País Catalán todos tenemos una historia, un vínculo, con este episodio trágico”

Aurel en esta, su “opera prima” logró con este creativo film, hacer que ese vínculo emotivo  llegue hasta nosotros.

Silvio Schachter es integrante del consejo de redacción de Herramienta.

 


[1] El film puede verse en diversas plataformas de streaming o descargarse en varios portales de la WEB

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