23/11/2024
Por Revista Herramienta
La edición peruana de la Antología Esencial de Aníbal Quijano Cuestiones y horizontes constituye un invalorable acierto por parte del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y del Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En nuestro país, lamentablemente, la obra de Aníbal Quijano no se ha discutido de manera amplia ni en las universidades ni en la esfera pública entre otras razones porque no se ha tenido acceso a su extensa producción que solo ha sido leída por un número reducido de conocedores. Ahora, con esta publicación, se llenará un excesivo vacío y permitirá a profesionales y estudiantes de las ciencias sociales, así como a líderes de los movimientos sociales, acercarse a un conjunto de textos que les posibilitará participar en el debate sobre una obra fundamental para comprender las tendencias del desarrollo de las relaciones de poder en nuestras sociedades y para identificar las opciones históricas que hagan posible la ineludible necesidad de subvertirlas, para alcanzar otra forma de existencia social donde sea posible “la producción y la reproducción democráticas de una sociedad democrática” por lo que luchaba Aníbal Quijano.
Esta antología esencial constituye, a no dudarlo, una ventana abierta para observar el laboratorio intelectual en el que Aníbal Quijano fue desarrollando, a lo largo de siete décadas, sus teorías y análisis fundamentales. Ha sido una decisión pertinente la de Danilo Assis Clímaco –quien realizó una exhaustiva selección de los textos y editó el libro- de haber colocado los ensayos en el orden cronológico en el que fueron escritos en cada uno de los tres ejes en los que divide la antología porque nos permite observar el movimiento y el encaminamiento del pensamiento del autor. De esta manera podemos tener una lectura intelectualmente fructífera en donde se lee –como señala Pierre Bourdieu a propósito de Michel Foucault– “no para obtener conocimientos, sino para sacar de allí reglas para construir su propio objeto” (Bourdieu, 1998). Esta es una lectura que nos permite acceder a la manera –el modus operandi diría P. Bourdieu– como Aníbal Quijano plantea y resuelve las cuestiones sobre las diversas problemáticas que analiza y será de gran ayuda a los científicos sociales para avanzar en la investigación de la realidad histórico-social.
Aníbal Quijano ha tenido la osadía intelectual y moral suficiente como para desafiar al hegemónico pensamiento euro-céntrico y llevar adelante una verdadera revolución epistemológica cuyo eje central ha sido el cuestionamiento al poder. Consideraba que de otra forma no es posible conocer realmente el mundo histórico-social en la medida en que todo conocimiento crítico implica una lucha por su transformación en el mismo proceso del estudio de esa realidad. Desde la periferia del patrón de poder colonial/moderno propuso categorías y conceptos que permiten “liberar nuestra retina histórica de la prisión euro-centrista y re-conocer nuestra experiencia histórica” (Quijano, 2007: 353). En consecuencia, la lectura de sus textos nos va a revelar la configuración epistemológica descolonial que ha hecho posible su pensamiento.
Existe ya una bibliografía muy valiosa donde se examina críticamente el pensamiento de Aníbal Quijano[1]. Quisiera en esta breve presentación, más bien, señalar algunas de las características que, a mi juicio, han definido las preocupaciones centrales de la manera de pensar la realidad social y su transformación que han definido su particular estilo intelectual. Porque lo que determina su obra es el decidido esfuerzo por reflexionar, de manera crítica y radical, sobre las características específicas de los procesos y de las estructuras históricas de la sociedad peruana y de las sociedades latinoamericanas como periferia del patrón de poder colonial/moderno; y el tajante rechazo a considerar a las Ciencias Sociales como disciplinas tecnocráticas.
Vivimos un mundo en crisis y por lo tanto incierto, donde el actual sistema histórico, después de haber dominado el planeta desde hace quinientos años, ha llegado a un punto de bifurcación y ha entrado a una crisis terminal. La salida de este periodo de transición es intrínsecamente indeterminada. En estas condiciones, nadie puede darse el lujo de quedar al margen, pues si bien no conocemos por anticipado el nuevo sistema histórico que surgirá (o los nuevos sistemas históricos), es bien cierto que si podemos contribuir a modelarlo. Y Aníbal Quijano ha trabajado incansablemente –su obra intelectual y su práctica social lo demuestran– para ayudar a conformarlo. Lo ha hecho de la mejor manera que ha sabido hacerlo: mediante un permanente y sostenido debate que ha sido simultáneamente intelectual, moral y político.
Desde sus primeros trabajos, Aníbal Quijano fue rompiendo con la tradición euro-céntrica dominante en el estudio de la vida social; tradición construida sobre un modelo de racionalidad que niega el carácter racional a todo conocimiento que no se adecue a sus principios epistemológicos, como ha sido el caso de la exclusión y subalternización de los conocimientos y las formas de conocer de los pueblos indígenas. Esta configuración de la racionalidad surgió en el siglo XVI y sirvió de fundamento a las ciencias naturales y en el siglo XIX se extiende a las ciencias sociales. Quisiera señalar dos aspectos que considero principales en la caracterización de la perspectiva teórico-metodológica alternativa desarrollada por Aníbal Quijano.
De un lado, la obra de Aníbal Quijano da cuenta de la superación de la tesis de las “dos culturas” que ha caracterizado las estructuras de saber euro-céntricas. El saber europeo moderno se ha distinguido por la escisión entre la “cultura científica”, cuya única preocupación ha sido la búsqueda de la verdad, y la “cultura humanística”, que se ha ocupado de la búsqueda del bien y de la belleza. Como señala U. Cerroni (1971: 17): “con Kant parece cristalizar definitivamente la escisión entre ciencias de la naturaleza y ciencias del hombre, en base a la cual trabaja desde hace dos siglos nuestra cultura como presupuesto ya consolidado”. Una de las consecuencias de esta partición epistemológica –pero también institucional– fue el surgimiento del científico libre de valores, en la medida en que este se ocupa únicamente de los aspectos cognoscitivos del saber ya que “no solamente el científico no puede conocer la cosa en sí, sino que las preguntas que puede hacerse no tienen pertinencia alguna para los verdaderos problemas de la humanidad; ni la belleza, ni la libertad, ni la ética son objeto de conocimiento positivo, o sea de ciencia […]” (Prigogine y Stengers, 2004: 123). Muy lejos del científico social aséptico, Aníbal Quijano hace parte de la corriente de pensamiento cuyo quehacer ha estado comprometido con la construcción de un nuevo orden social que sea realmente democrático e igualitario. En este sentido, no solamente se ha preocupado por comprender intelectualmente hacia donde nos estamos dirigiendo, sino también su reflexión se ha orientado en el sentido de evaluar las características del tipo de sociedad hacia donde queremos dirigirnos, y a examinar políticamente cómo podríamos llegar más fácilmente a donde creemos que deberíamos dirigirnos. De este modo, Aníbal Quijano afirma el carácter crítico y comprometido del conocimiento social, donde no solo se trata de examinar las formas de organización y las tendencias de cambio de la sociedad sino también de la búsqueda de lo que debe ser el orden social que queremos construir. En consecuencia, el examen de cómo se organiza la sociedad y su transformación está comprometido con una profunda exigencia ético-política: la búsqueda de los lineamientos necesarios para contribuir a la tarea de alcanzar la radical democratización de la sociedad. La perspectiva de conocimiento y la perspectiva de transformación no están yuxtapuestas en sus reflexiones, sino que forman parte del mismo proceso del pensamiento crítico. En el comentario que hiciera a la ponencia Por la praxis de Orlando Fals Borda, en 1978, delimitaba con bastante precisión esta orientación cognoscitiva:
El conocimiento de la realidad social solo es accesible, plenamente, desde el interior de una práctica social transformadora. Lo cual, ciertamente, implica una opción epistemológica y, al mismo tiempo, ética. Quien quiera adquirir un conocimiento pleno de la realidad social, tiene que dedicarse a la práctica social transformadora. O renunciar a esa ambición de conocimiento (Quijano, 1978: 262).
De otro lado, Aníbal Quijano ha superado la estrecha tradición disciplinaria de las Ciencias Sociales. En sus estudios e investigaciones ha buscado ir más allá de los inconducentes límites de las disciplinas y se ha orientado por la perspectiva totalizadora de la Ciencia Social ya que explora la vida social como un sistema histórico complejo. Examina la realidad histórico social como un denso tejido de relaciones sociales articuladas por el poder en una totalidad histórica atravesada por la heterogeneidad estructural, pero sin dejar de señalar la especificidad de cada ámbito de la vida social; esto es, sin reificar la totalidad ni sus elementos componentes. Un buen ejemplo del análisis en donde existe una interacción e inter-definición de los elementos componentes de la totalidad social es el texto “Colonialidad del poder y clasificación social” (en este libro pp. 829-888) donde examina las implicaciones de la colonialidad del poder en los diferentes ámbitos del patrón de poder colonial/moderno: la clasificación social, la articulación política, la distribución del trabajo, las relaciones de género y las relaciones intersubjetivas.
Se puede señalar entonces que Aníbal Quijano ha cuestionado de manera radical la perspectiva euro-céntrica del conocimiento. Ha buscado comprender la especificidad de la formación social peruana y latinoamericana en el contexto del patrón de poder colonial/moderno. Con este objetivo, ha propuesto nuevos conceptos, o reelaborado los antiguos, para dar cuenta de estas singulares formaciones sociales. Con la elaboración de las nociones de “dependencia estructural” y “mano de obra marginal” desarrolladas en los años sesenta, hasta el concepto clave de “colonialidad del poder”, ha diseñado las herramientas teóricas que le ha permitido explorar los procesos socio-políticos, económicos e intersubjetivos del sistema histórico capitalista, tanto en el centro como en la periferia. Así, Aníbal Quijano se muestra como un verdadero innovador conceptual.
Es evidente que la perspectiva teórica y epistemológica desarrollada por Aníbal Quijano para el estudio de la vida social, continúa y profundiza las reflexiones que desarrolló José Carlos Mariátegui, en la década de 1920, sobre la realidad peruana y latinoamericana dentro del orden capitalista mundial y sobre las líneas centrales de su transformación con su planteamiento orientado a la construcción del socialismo indo-americano. El Amauta propuso una manera de pensar la vida social que lo llevó a zanjar con el saber moderno euro-céntrico, perspectiva epistemológica que Aníbal Quijano ha señalado con mucha precisión: “un modo de pensar, de indagar y de conocer que se constituye por la unidad tensional entre dos paradigmas que la cultura dominante –la manera euro-céntrica de la modernidad– desune y opone como inconciliables: el logos y el mito” (Quijano, 1991: IX). Esta afinidad intelectual lo llevó a interesarse por la obra de José Carlos Mariátegui desde muy joven –en 1956 publicó una selección de ensayos del Amauta– y mantuvo esa predilección a lo largo de su vida. De allí los varios estudios que ha escrito donde ha puesto en evidencia aspectos insospechados del enfoque epistemológico y teórico del autor de los 7 Ensayos.
Partiendo de esta perspectiva de análisis alternativo al de las ciencias sociales euro-céntricas, es necesario tener en cuenta al ensayo como forma privilegiada con la que Quijano presenta sus reflexiones e investigaciones. Frente a la fetichización positivista del artículo científico y a la desvalorización del trabajo científico del posmodernismo, el ensayo científico social le sirve como el procedimiento más adecuado para abrir cuestiones y explorar horizontes alternativos. Creo que son cuatro las razones de esta orientación. En primer lugar, porque el ensayo le permite desarrollar un pensamiento que es a la vez intelectualmente riguroso, moralmente bueno y estéticamente armonioso. En segundo lugar, porque el ensayo le consiente una gran libertad intelectual para dejar de lado las artificiales fronteras que disciplinan a las ciencias sociales y sacar a la luz la complejidad de la existencia social desechando toda forma de reduccionismo. En tercer lugar, porque el ensayo le proporciona la posibilidad de vincular la reflexión teórica con los datos e informaciones de tal modo que lo fáctico no puede pensarse sin conceptos, así como no se puede pensar el más puro concepto sin referencia a la facticidad. Y, en cuarto lugar, porque el ensayo le posibilita desarrollar un análisis riguroso de las diversas cuestiones sociales sin estar sujeto al cientificismo sistemático del saber absoluto; deja de lado la intransigencia de un fetichizado método científico para adoptar la rigurosa y densa trama de ideas que se entretejen entre sí. Creo que la siguiente afirmación de Max Bense da cuenta, de manera precisa, del estilo de Quijano. “Escribe ensayísticamente quien redacta experimentando, quien vuelve y revuelve, interroga, palpa, examina, penetra en su objeto, quien lo aborda desde diferentes lados, y reúne en su mirada espiritual lo que ve y traduce en palabras lo que el objeto permite ver bajo las condiciones creadas en la escritura” (Bense; citado en Adorno, 2003: 27). La conclusión de Theodor Adorno en El ensayo como forma es: “la ley formal del ensayo es la herejía”. Y la mayor herejía de Aníbal Quijano es haber desvelado los mecanismos del poder que han estructurado a nuestras sociedades, cuyos ejes han sido la dependencia histórico-estructural y la colonialidad. La problemática del poder, en las actuales ciencias sociales, no es un tema central de estudio. Cuestiones como ¿quién ejerce el poder? o ¿dónde y cómo lo ejercen? no son materia de investigación. Porque, como señala Franco Ferrarotti (1973: 198) “uno de los poderes más insidiosos del poder consiste en el poder esconderse, actuar indirectamente, sin exponerse. Deus absconditus. El poder es móvil, huye, se esconde”. Y el gran mérito de Quijano ha sido mostrar al poder como la forma más perversa de control de la existencia social en la medida que la dominación/explotación atraviesa todas las relaciones sociales y las estructura en patrones de poder. “Porque es el poder –escribe Quijano–, ergo las luchas de poder y sus cambiantes resultados, aquello que articula formas heterogéneas de existencia social, producidas en tiempos históricos distintos y en espacios distantes, aquello que las junta y las estructura en un mismo mundo, en una sociedad concreta, finalmente, en patrones de poder históricamente específicos y determinados” (Quijano, 2006: 352). Así, la razón instrumental de la modernidad y la colonialidad han modelado al patrón de poder colonial / moderno / eurocentrado.
Desde esta perspectiva, una de las preocupaciones centrales de los análisis de Aníbal Quijano ha sido comprender las tendencias de cambio de la sociedad peruana, de la sociedad latinoamericana y del entero sistema-mundo moderno/colonial. En los años sesenta, estudia la “emergencia del grupo cholo en el Perú”, los movimientos campesinos del Perú y América, las estructuras de la dependencia, los procesos de urbanización y la marginalidad social. En los años setenta, reflexiona en torno al neo-imperialismo, al régimen militar velasquista y al nuevo papel que va asumiendo el movimiento obrero y popular. Hacia fines de los años ochenta, discute el concepto de modernidad/racionalidad euro-céntrica y el problema de la identidad. Utilizando como eje central el concepto de colonialidad del poder, en los años noventa, va a analizar los procesos de constitución, consolidación y crisis de un patrón de poder sui generis: el patrón de poder colonial / moderno / eurocentrado. La colonialidad corresponde a la transmutación de las condiciones de dominación –un hecho social– en jerarquías biológicas centradas en la noción de raza y la modernidad da cuenta de la racionalización instrumental de las relaciones sociales. Y el patrón de poder es eurocentrado porque sus centros hegemónicos se localizan en las zonas que después se identificarán como Europa. También Aníbal Quijano explora el proceso de desorganización y transición en el que se encuentra este patrón de poder. Su crisis raigal la encuentra expresada en todos los niveles y ámbitos de la existencia social: en la desintegración del mundo de las relaciones intersubjetivas, en particular las estructuras del saber; en el sistema de explotación capitalista que ya no es capaz de manejar las presiones estructurales al que está sometido; en la erosión del Estado nacional por su creciente desnacionalización y des-democratización; en la crisis ecológica; y, en ese mismo proceso, en el surgimiento y expansión de los movimientos antisistémicos, como el caso del “movimiento indígena”.
Aníbal Quijano no solo se ha preocupado por analizar y debatir la naturaleza y las tendencias de la actual era de transición y explicitar las opciones históricas que están surgiendo, también se ha planteado la discusión sobre el orden social –el sistema histórico– hacia el cual queremos dirigirnos. Desde sus primeros ensayos, encontramos la preocupación por reflexionar sobre el problema del poder y de la democracia en el socialismo. Debatiendo con las corrientes autoritarias del marxismo, Aníbal Quijano ha sostenido la tesis de la socialización del poder político como la condición indispensable para lograr el autogobierno de los trabajadores, esto es, la democracia directa, que permita la reinserción del Estado en la sociedad. Esa búsqueda de la sociedad justa y buena en la que quisiéramos vivir no ha sido especulativa. Se atiene rigurosamente a los hechos de la experiencia histórica. Por esta razón, se ha preocupado por investigar los acontecimientos, en el Perú, en América Latina y en el mundo, donde los trabajadores han buscado establecer su poder bajo la forma institucional específica de la comuna. La experiencia de la Comunidad Autogestionaria de Villa El Salvador, del periodo 1979-1983, fue un acontecimiento clave para el desarrollo de sus propuestas. Más recientemente, sus reflexiones sobre el “movimiento indígena”, le han permitido identificar algunas de las experiencias de este movimiento, basadas en la secular práctica de la democracia local, como “un modo de autogobierno directo de las gentes asociadas en una red de comunidades, pero con la fuerza y la autoridad de todo un Estado” (Quijano, 2014b: 663).
Esta presentación de las perspectivas y propuestas de Aníbal Quijano no estaría completa si no nos refiriéramos, aunque sea esquemáticamente, a sus reflexiones sobre cómo llegar a dónde creemos que deberíamos dirigirnos. Su planteamiento lo elabora en debate con los proyectos vanguardistas. Aníbal Quijano apuesta, más bien, por los movimientos sociales que luchan contra toda forma de explotación y de dominación. En estos movimientos antisistémicos encuentra la fuerza social capaz de eliminar todas las jerarquías y los privilegios. De allí su militante apoyo al Foro Social Mundial, del que ha sido un ferviente animador. En ese amplio espacio de debate, donde aparecen los diferentes intereses de los oprimidos y explotados, Aníbal Quijano se ha constituido en un lúcido intérprete de los diversos movimientos sociales. Ha buscado comprender su lucha intelectual y moral; esto es, saber por qué y para qué se movilizan; y, también, ha procurado contribuir en la difícil tarea de encontrar un camino políticamente adecuado a la realización de sus objetivos.
La extensa obra publicada por Aníbal Quijano –algunos de sus más significativos textos se encuentran en esta antología esencial– da cuenta del vasto campo de intereses y preocupaciones intelectuales del que solamente he hecho una abreviada presentación. Todos sus escritos no son sino el esfuerzo de llevar adelante el largo proyecto de subvertir el poder y contribuir a la construcción de un mundo más democrático y más igualitario mediante la búsqueda de la verdad, el bien y la belleza; esto es, la apasionada exploración orientada al logro del reencantamiento del mundo que la colonialidad/modernidad había desencantado.
Bibliografía
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Cerroni, Umberto. (1971). Metodología y ciencia social. Barcelona: Martínez Roca.
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Prigogine, Ilya y Stengers, Isabelle. (2004). La nueva alianza. Metamorfosis de la ciencia. Madrid: Alianza.
[1] Véanse los ensayos que se encuentran en Discursos del Sur (Revista del Posgrado en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos) N° 3, o en el libro Des/colonialidad y buen vivir (Quijano, 2014a). Además, son importantes para el debate sobre su pensamiento los trabajos de Mignolo (2003); Pachón (2007); Pajuelo (2002) Quintero (2010); Puyo (2015); Castro-Gómez y Grosfoguel (2007) y Lugones (2008).