23/11/2024

Coronavirus. O Travalho Sob Fogo Cruzado, de Ricardo Antunes. Boitempo 2020 (epub), 38 páginas

Por Revista Herramienta

Son cinco capítulos: "El mundo en vísperas de la pandemia"; "En el sistema metabólico antisocial del capital, lo normal es su carácter destructivo"; "La pandemia del capital y el (dis)valor del trabajo"; "¿Qué futuro para el trabajo?"; "En contra de un mal letal, es imperioso inventar un nuevo modo de vida".En menos de cuarenta apretadas y densas páginas, Ricardo Antunes ofrece un “cuadro de situación” sin concesiones y una perspectiva en la que el principio Esperanza se sostiene y conjuga conel imperativo de luchar.

Recordando que, para la clase-que-vive-del- trabajo, ya antes del COVID -19 el panorama económico-social era desolador y el horizonte más negro aún, se explica que eso es consecuencia de que las relaciones humanas y la praxis social (en particular, el trabajo) están sometidos (“subsumidos”, escribía Marx) al objetivo de irrefrenable expansión e incremento del capital (capitales en competencia): unavertiginosaespiral de producción y reproducción ampliada de mercancías y ganancias, eje en torno al cual gira el metabolismo económico-social que el capital ha impuesto a la humanidad. La degradación del trabajo y la destrucción de la naturaleza, bajo el impactocombinado de producción y comercio de  commodities, agronegocio, extractivismo, megalópolis, brecha ecológica, tiene su correlato en lo que Antunes viene ya denunciando desde hace años: exacerbación dela explotación, racismo, opresión y violencia de género, xenofobia. En suma: barbarización del mundo.

Estamos en una era de exasperación de la razón instrumental, en un mundo "loco" e “invertido” (con esas palabras lo describió el viejo Karl). Lo que la tecno-ciencia ignora y oculta es el que el mundo del capital (asentado en el trípode Capital-Trabajo asalariado –Estado)está hundiéndose se en una crisis estructuraldesde que la lógica expansiva y productivista del sistema comenzó a tropezar con límites infranqueables. El sistema comienza arevelar lo que durante un siglo y medio quiso (y en gran medida logró) ocultar: en el mundo enajenado del capitallo “normal” es la destrucción del trabajo vivoy la naturaleza, a escala planetaria. La exacerbada competencia de las potencias centrales y las grandes corporaciones globales en búsqueda de maximizar ganancias, intensifican y aceleran la degradación del trabajo con nuevas modalidades para la succión de plusvalía que hacen posible las plataformas digitales y aplicaciones.  Una porción cada vez mayor de la fuerza de trabajo disponiblese torna superflua y descartable, mientras crece también el número de otros y otras obligados a trabajar más y peor que nunca.

La humanidadhaingresado a un período incierto e impredecible. Al metabolismo antisocial del capital y su crisis estructuralse suman el COVID-19 y la Pandemia. Una catástrofe sanitaria ocasiona millones de víctimas, precipita una brutal caída en el PBI de todos los países y la desarticulación de las cadenas globales de valorización e intercambio físico de mercancías. Se avizora una recesión cuya profundidad es por ahora incalculable. Un efecto inmediato son millones de nuevos desempleados que se suman a 1,6 billones de "informales". Antunes destaca que esto tiene efectos marcadamente discriminatorios sobre la totalidad de la clase trabajadora, sometida al fuego cruzado de una doble exigencia: la del aislamiento para evitar contagiarse y la de exponerse para sobrevivir. Señala también que el capitalismo pandémico afecta de manera diferenciada según clivajes de clase, género y raza. Y que aprovecha esta situación excepcional para experimentar y comenzar a imponer grados y ritmos antes inconcebibles  de precarización: desde el infoproletariado a los empleados en la industria, el agronegocio, la banca, el comercio, las comidas rápidas, hotelería y turismo. La llamada Industria 4.0.

Las TICsfacilitan y alientan la expansión del “trabajo muerto” y el retroceso deltrabajo vivo, superexplotado y fragmentado por medio de la tercerización, informalidad, flexibilidad y desprotección legal. El capitalismo pandémico está impulsando a escala planetaria un salto sustancial en la degradación de trabajo, con la separación, el aislamiento, la individualización,eliminación de la legislación laboral, uberización. El capitalismo de plataformaimpone nuevas formas y niveles de servidumbre "digital".

Con el home office, el teletrabajo y el espejismo del "emprendedorismo” tiende a borrarse la diferencia entre tiempo de trabajo y tiempo de vida, aumenta la duplicación y yuxtaposición de trabajo productivo y trabajo reproductivo. A la vanguardia de este proceso está la expansión explosiva de la Educación adistancia. Cuando los algoritmos comandan la actividad humana, hombres y mujeres son reducidos a autómatas y apéndices de la megamaquinaria digital al servicio de la autocracia del capital en general y del capital financiero en particular, “molinos diabólicos”que no cesan de generar riqueza social apropiada privadamente. Las reformas laborales  (que ya estaban en curso en diversos puntos del mundo y con particular énfasis en Brasil) seguirán imponiéndose por medios legales y de hecho. Se ha llegado al extremo de que se obligue a que millones de trabajadores deban conseguir, costear y reparar los instrumentos con que deben trabajar para el capital. El pasaje del capitalismo tóxico al capitalismo pandémico o virósico agrava los padecimientos de cuerpos-clase diferenciados.

Para detener la crisis pandémica, prevenir la (ya anunciada) reiteración de tragedias similares y cuidar la vida, es impostergable comenzar a diseñar otro sistema metabólico humano-social, o sea inventar un nuevo modo de vida, con actividades dotadas de sentido. Más que un programa, se sugiere más bien un horizonte: reducción de las horas de trabajo (reinventado como actividad libre y auto determinada sobre la base del tiempo de vida socialmente disponible y no ya del "tiempo necesario" que impone el capital); preservar y recuperar en cuanto sea posible relaciones equilibradas con la naturaleza; poner límites a la producción y el consumo, eliminando  componentes alienantes, superfluos, destructivos y contaminantes; inventar un sistema de metabolismo verdaderamente social en el que puedan garantizarse libertades sustantivas desmontando el insoportable legado del patriarcado y las múltiples formas de dominación y opresión del capital impulsando colectivamente lo común… Termina Ricardo Antunes con un párrafo que hago mío y repito: “La idea de que el socialismo terminó es una ficción que, infelizmente, cuenta con muchos adeptos. Si el capitalismo llevó como mínimo tres siglos para conformarse (si pensamos desde la acumulación primitiva hasta la revolución industrial)  ¿Por qué el socialismo debería haberse conformado y funcionado, plenamente, en un siglo solamente? La pandemia del capital hace que la invención de un nuevo modo de vida sea el imperativo de nuestro tiempo”.

Agosto 2020

Aldo Casas es integrante del consejo de redacción de Herramienta

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