23/11/2024

Después del fuego

Cuando se empieza a apagar el último fuego del intento de golpe de Estado de febrero de 2014 y sectores de la derecha pretenden deslindarse de los violentos, me parece necesario hacer algunas reflexiones.
 I
 
Sera fácil compartir que este intento golpista encontró un pueblo más consciente e informado, un gobierno más experimentado y una mayor unidad de las fuerzas armadas que las que encontró el golpe de 2002.
No vamos a decir nada original si advertimos que la derecha venezolana tiene una fuerte vocación golpista. Lo ha vuelto a demostrar en los últimos días acompañando la mecha insurreccional que pretendieron detonar Leopoldo López y sus seguidores, o manteniendo un silencio cómplice frente a la declarada intención de romper el orden constitucional y echar al presidente Maduro.
Tampoco resultará novedoso volver a insistir en lo que caracterizamos el 14 de febrero y ahora la propia derecha reconoce: “que a este golpe le falto pueblo”. No pudo propagarse en las grandes barriadas populares, en lugares simbólicos como Petare y Catia. Y no es difícil darse cuenta que no se puede incendiar a un país o crear un imaginario insurreccional, si la revuelta se limita al coqueto Chacao, los barrios ricos de Valencia o las zonas pudientes de Mérida y Táchira.
Finalmente, vuelve a demostrarse que los crecimientos cuantitativos favorables al pueblo no reproducen mecánicamente conciencia revolucionaria, ni aseguran que sean capitalizados exclusivamente por los intereses populares.
En ese sentido puede advertirse que la duplicación del consumo producida en 15 años de revolución favoreció también a la burguesía que estaba en mejores condiciones para responder a la expansión de la demanda; los datos que hoy nos enorgullecen como los crecimientos cuantitativos de la matrícula universitaria y del acceso a internet, pueden ser aprovechados por núcleos políticos de derecha, con una estrategia sectorial clara o capacidad de manipulación de las redes sociales.
 
II
 
El retroceso de la derecha golpista es táctico. La conducción de grupos ideologizados que confundieron sus propios microclimas con la realidad del país ha fracasado, pero esto no significa que la derecha ha renunciado al camino golpista. Otros pueden volver a intentarlo, aprendiendo de las lecciones de febrero de 2014. El proceso bolivariano demostrando una gran fortaleza política ha conseguido aislar y derrotar a los golpistas, pero no debemos caer en el triunfalismo y debemos hacer un profundo análisis de lo sucedido.
A la conclusión obvia de que es estratégico garantizar el control territorial de los grandes centros urbanos, de las grandes barriadas populares, debemos sumar la preocupación por lo sucedido en zonas de frontera, en particular en Táchira. Allí la contrarrevolución tiene capacidad de afirmarse y resistir porque tiene espalda. Y esa espalda es Colombia. Desde hace años, movimientos populares han venido denunciando la infiltración de paramilitares en ese territorio vulnerable, con gran influencia mediática de los medios colombianos de derecha, con muchas familias binacionales y donde el contrabando hormiga es una práctica habitual, cultural y muchas veces solidaria.
La presencia de las FANB en los territorios de frontera aporta con el control, pero no reemplaza a la organización popular.
 
III
 
Cuando Chávez propuso en su conocido Golpe de Timón la consigna “Comunas o Nada” estaba planteando un cambio de etapa en la revolución bolivariana, advirtiendo que los crecimientos cuantitativos, que se miden en índices y obras, ya no son suficientes para consolidar el camino hacia el socialismo. Esta claro que no se puede traducir en el corto plazo la cantidad en calidad. En este sentido, es necesaria una priorización estratégica.
Chávez nos llamó la atención sobre lo cualitativo y planteó priorizar la construcción de Comunas y desarrollar el espíritu comunal, una nueva cultura política revolucionaria que, construyéndose desde las bases, prefigure la nueva sociedad.
La guerra económica y el intento golpista de febrero de 2014, suman nuevas prioridades.
·         El gobierno y las fuerzas populares deben garantizar una estructura básica de atención de las demandas de salud, transportes, alimentos más requeridos (como harina pan, aceite y leche), electricidad, combustibles y seguridad. El punto flojo de esa red parece ser los insumos de salud y alimentos. Hay que construir una red sin intervención de la burguesía, que permita garantizar el abastecimiento del pueblo, aun en periodos de boicots prolongados,
·         Hay que promover políticas que saquen a las zonas de frontera de su situación de vulnerabilidad. Esas políticas deben contribuir a generar una actividad económica que incorpore a las poblaciones de frontera, garantizando un abastecimiento suficiente y controlado de alimentos y combustibles, un aporte formativo y comunicacional y que aporte a desarrollar inteligencia social. Esas políticas deben sustentarse en un sólido cordón de Comunas que impida el control territorial por los grupos paramilitares.
·         Si la cuestión económica parece ser el talón de Aquiles de este proceso, hay que prestar especial atención al abastecimiento y el precio de los alimentos, que golpean el bolsillo popular.
·         En la cuestión de los alimentos, parece más importante que la producción (que ha crecido en los últimos años), el control del contrabando y las redes de distribución. El Estado debe afrontar e impedir el gran contrabando, pero además debe invertir en el desarrollo estatal de una red ferroviaria (transporte de carga y pasajeros) que fortalezca el control de la distribución de alimentos y bienes de primera necesidad, que acerque a productores y consumidores y que, aportando al crecimiento de poblaciones alrededor de las estaciones ferroviarias, favorezca la descentralización de Caracas y otros grandes centros urbanos.
·         El papel desempeñado por los trabajadores organizados durante el intento golpista, nos impone reflexionar sobre su importancia estratégica y la necesidad de fortalecer su formación y organización gremial y política. Fueron ellos quienes con decisión, disciplina y organización marcharon en los días más duros. Me refiero a la movilización de los trabajadores de PDVSA, a la marcha realizada en Puerto Ordaz por trabajadores industriales y de la construcción. Fueron ellos quienes mantuvieron servicios esenciales en condiciones muy precarias, bajo amenazas y agresiones, tal como lo hicieron los trabajadores de Metrobus, eléctricos, de CANTV y los motorizados. Fueron ellos quienes hicieron fracasar estruendosamente las convocatorias a paros generales.
·         La revolución no debe confundir su discurso para aislar a los violentos, con un diagnóstico de lo ocurrido en el movimiento estudiantil. La derecha ha sido capaz de instalar el huevo de la serpiente en un sector dinámico y sensible de la sociedad. Si me parece un exceso calificar a todos los estudiantes que se movilizaron como fascistas, no es menos cierto que sectores de ultraderecha han sido capaces de aglutinarlos y capitalizar sus reclamos. Está claro que los estudiantes movilizados representan apenas un pequeño sector, pero también es cierto que la izquierda estudiantil ha mostrado muchos jefes, muchos aspirantes a funcionarios, pero poca masa organizada. La revolución debe revisar su política hacia el movimiento estudiantil, debe construir un liderazgo convocando a la inteligencia, la creatividad y la rebeldía.
 
IV
 
Si bien no correspondía entrar en pánico por el intento golpista encabezado por Leopoldo López y sus secuaces de la derecha colombiana, corresponde también preocuparnos hacia el futuro, cuando la intentona golpista quede en manos más expertas. Gobiernos como el de Estados Unidos y la Comunidad Europea, las grandes cadenas mediáticas de la derecha mundial, han apoyado sin restricciones estas acciones lideradas por un grupo fascista y han sido capaces de embanderarse con grupos violentos sin más propuesta que derribar el orden constitucional, demostrando no tener límites para atacar el proceso bolivariano. Los apoyo externos para las aventuras golpistas permanecen intactos y si el gobierno ha salido internamente fortalecido no es menos cierto es que esta aventura golpista ha dañado la imagen internacional de Venezuela y que grupos desestabilizadores, que han acumulado experiencia no están totalmente desarticulados.
 
V
 
El gobierno debe estar pendiente de nuevos intentos, pero no puede limitar su agenda a contrarrestar las intentonas golpistas. El intento de una ruptura institucional hoy es la principal amenaza de la revolución, pero no es la única. No van a faltar quienes, desde adentro y desde afuera, intenten aconsejar “que si el gobierno no fuera tan radical, tendría menos problemas”
El carnaval ha traído agua y la alegría para apagar los fuegos y el odio de las guarimbas, pero también algunas mascaras que son de temer. Personajes de la derecha se disfrazan de “yo no fui” y hasta se animan a dar consejos para desmovilizar el chavismo organizado.
Aquí vuelve a plantearse la cuestión de combinar una política que contemple atender cuestiones coyunturales y de supervivencia del proyecto bolivariano, con otra política que vaya consolidando reaseguros estratégicos.
Que la atención de lo urgente no nos consuma las fuerzas para atender lo importante es una preocupación de estos tiempos y, me animo a suponer, fue la última preocupación del presidente Chávez.
No basta gritar que “No Volverán”. Se trata de pensar estratégicamente, para seguir avanzando en la soledad que acompaña a las vanguardias, esquivando los últimos zarpazos del imperio moribundo, por los caminos desconocidos del socialismo.

 

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